“Una misa, una convocatoria y ninguna declaración”

portada La estampida final ya está en marcha. Reunido frente al altar, el clan Patti despide lo que queda del PaUFe y recuerda a su líder encarcelado. El verdadero rol de la oposición.

lunes 05 febrero, 2024

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Con una escueta circular a los medios, unos volantes que nunca salieron a la calle y unas tarjetas a medio repartir, el PaUFe convocó a “vecinos y amigos” a una misa en la cocatedral de Escobar para acompañar a su presidente, recluido en Marcos Paz, en el día de su cumpleaños.

Este 26 de noviembre, Luis Patti cumplió 57 años de vida y más de 2 de reclusión en espera de un juicio por delitos de lesa humanidad.
Por fuerza mayor tuvo que delegar acciones políticas a terceros que por distintos motivos no pudieron cumplir o cumplieron a medias. Esto, sumado a las características de un partido verticalista basado en las decisiones de una sola persona, para peor ausente, terminó llevando irremediablemente al PaUFe a la disolución.

En un intento de medir fuerza, en primera instancia, los ahora herederos del sello de goma que queda del PaUFe pretendían hacer una convocatoria general, pero a último momento desistieron y se conformaron solo con una misa.

Mónica Berruti, ex concejal, empleada municipal con goce de licencia por enfermedad (¿?), estaba en la puerta de la iglesia tratando de encauzar a la escasa concurrencia hacia el interior de la misma. Es por lo menos sospechosa la benevolencia con que es tratada esta militante desde la estructura de gobierno, siendo que otros en igual situación recibieron fuertes presiones o fueron cesanteados.

Estuvieron presentes los históricos versión reducida, léase el Clan Patti (suegra, actual mujer, hijos). Pero no estaban Gianfrancesco, Césari, Gaztañaga, como así tampoco ninguno de los tres consejeros escolares.

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El Paufe no supo retener adecuadamente a sus dirigentes y poco a poco, capa a capa, se fue descapitalizando de material humano como un átomo que va perdiendo electrones que saltan a la órbita de los átomos vecinos más fuertes, hasta quedar solo un núcleo frío y oscuro a merced de las circunstancias.

Algunos fueron verdaderos traidores, otros desagradecidos, varios defraudados y muchos abandonados o raleados por mezquindades clásicas de las luchas intestinas.

Si bien la existencia de un pattismo sin Luis Patti padre es, como mínimo, muy difícil, no podemos ser ingenuos o necios y no admitir que, si por esas vueltas de la vida y los vericuetos legales, el ex policía accede a la libertad, la resucitación de parte de la estructura partidaria es más que viable.

¿Dónde está el pattismo? En primera instancia, el pattismo no existe y no existió nunca. Siempre fue un Club de Fans que corrían tras el líder carismático. Su autor se vanagloriaba al parafrasear que las ideologías habían muerto. Un error de concepto que terminó siendo el carro que lo llevó al cadalso. Sin su factor aglutinante, las distintas corrientes que le dieron vida paulatinamente vuelven a sus raíces o corren tras el mejor postor.

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Pero hay que recordar que hoy parte del pattismo corre vigoroso por las venas del PJ gobernante y este lo asimiló como cuerpo propio. Es un portador sano de un agente extraño que tarde o temprano terminará por manifestarse.

¿En qué nos perjudican o benefician a nosotros estas situaciones? ¿Qué cambian en nuestras vidas estos vaivenes políticos? Como en el Yin y el Yan, el equilibrio es necesario y hasta indispensable. El poder corrompe, pero el poder absoluto corrompe absolutamente.

Las minorías que no acceden al poder tienden a interpretar un rol impostado de controladores o veedores de las acciones de la mayoría gobernante. No por convicción, mas bien por ubicación. En última instancia, la ciudadanía se ve beneficiada por sus acciones. Es una lástima que el PaUFe no haya sabido ser oposición.

La discusión de ideas, el debate y el poder balanceado es la única garantía que tenemos los gobernados para que no avasallen nuestros derechos. Sin  voces opositoras, la política termina siendo plana como el electrocardiograma de un muerto.

Las reglas que controlan, reglamentan y guían nuestras vidas no solo deben ser legales, sino que deben ser justas, democráticas y ricas en contenido. Lo primero se logra por simple imposición numérica; en cambio, lo segundo solo es producto de la lucha en el debate de ideas.

Publicado en El Sitio de Escobar (www.escobarsite.com.ar)