Una hermana de desaparecidos aseguró que Luis Patti estaba en el momento del secuestro

En el juicio al ex comisario se empezó a analizar el rapto y la desaparición de los militantes Luis y David D’Amico, en Garín.

lunes 05 febrero, 2024

La hermana de dos militantes de la Juventud Peronista, secuestrados en la localidad de Garín el 10 de agosto de 1976 y aún desaparecidos, Luis y David D’Amico, declaró este lunes que el entonces oficial de calle de la Policía Bonaerense Luis Patti estuvo presente en el operativo donde se llevaron a los jóvenes de la casa de sus padres.
“Mi madre me reiteró en distintas oportunidades que Luis Patti estaba allí adentro, en un rincón, que no le hablaba y no le contestaba cuando le preguntaba adónde llevaban a mis hermanos”, afirmó Rosa D’Amico, al declarar como testigo en el juicio oral al ex intendente de Escobar por delitos de lesa humanidad.
Con este testimonio se reanudó el juicio a Patti, al dictador Reynaldo Bignone, al ex general Santiago Omar Riveros y al ex comisario de Escobar Juan Fernando Meneghini ante el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín, que varió su composición porque una de las integrantes, la juez Marta Milloc, sufrió una “cardiopatía aguda” la semana pasada y pidió licencia.
La jornada abrió una nueva etapa en el juicio, que desde su inicio en septiembre estuvo dedicado a escuchar testigos sobre el secuestro y asesinato del militante montonero Gastón Gonçalvez, por cuyo crimen está puntualmente acusado Patti, a quien la semana pasada un sobreviviente acusó de haberlo torturado en persona.
Los jueces empezaron ahora a analizar un segundo caso, el del secuestro y desaparición en 1976 de jóvenes militantes de la Juventud Peronista de Garín, a quienes Patti conocía aún antes del golpe de Estado de 1976, y se cree fueron llevados a Campo de Mayo.
Dos de ellos fueron los hermanos D’Amico, de 26 y 17 años, secuestrados en su casa el 10 de agosto de 1976, sólo horas después del rapto de su vecino de 17 años y también militante de la JP Diego Souto, interceptado en la estación de Garín cuando iba a la escuela.
La reconstrucción de lo ocurrido fue muy laboriosa para fiscalía y querella, porque quienes estaban dentro de la casa el día del secuestro ya fallecieron y los vecinos que vieron todo se niegan aún a contar lo que saben.
Prueba de ello fueron los dichos de Clara Serrano, de 64 años que militaba con los D`Amico en Garín, donde lograron construir una salita médica y ayudar a la gente “muy necesitada” a buscar comida y trabajo.
“Ningún vecino quiere hablar, tenemos mucho temor, la madre de ellos tenía mucho temor y seguimos teniendo temor porque los que fueron están libres y nos pueden llevar a nosotros, nos pueden buscar. No había muchos vecinos ahí, era casi campo, pero el que vive no quiere hablar y el resto se murió”, dijo al Tribunal.
Al terminar su testimonio, se abrazó llorando a la hija del mayor de los D’Amico, nacida poco después del secuestro de su padre, a quien nunca conoció.
El día del secuestro, la ahora testigo vio “unos coches grandes, con bastantes señores, con ropas oscuras, los pusieron en bolsas negras, los encapucharon”, recordó.
Poco antes, Rosa D’Amico había reconstruído lo ocurrido basada en dichos de sus padres fallecidos y de vecinos.
“Estaban almorzando, mis hermanos, mi padre, mi madre, una tía que estaba de visita y una anciana de origen lituano, Julia, recogida de la calle por mi hermano mayor porque se había quedado sola y vivía con ellos”, relató entre lágrimas.
Los vecinos habían sido amenazados para que se encerrasen en sus casas pero muchos escucharon o llegaron a ver que sus hermanos fueron llevados al fondo de la casa, golpeados y sumergidos en un tanque de agua antes de ser sacados para introducirlos a un auto.
“Mi madre me reiteró en distintas oportunidades que Luis Patti estaba allí adentro, en un rincón, que no le hablaba, que ella le dirigió la palabra, que preguntaba adónde se lo llevaban, por qué, que él la miró y no le contestaba y después se fue para afuera”, recordó sobre el ex intendente que como ya es rutina siguió el juicio desde una ambulancia fuera de la sala de audiencias.
Ante una pregunta de la fiscalía, explicó que su madre, ya fallecida al igual que el padre, “se dirigía a él porque lo conocía y él le desviaba la mirada”.
Los secuestradores dijeron que llevaban a los D’Amico a Campo de Mayo, aunque la familia nunca pudo dar con ellos pese a las gestiones realizadas.
Patti “era conocido en la zona, era violento, patotero, tenía como un ensañamiento con la gente joven. A mi hermanito David Guillermo (secuestrado luego) un día le dijo en un bar frente a la estación de Garín: ‘si no vas a la peluquería te corto el pelo yo en la comisaría’. Se movía en Escobar y Garín, donde todos nos conocíamos”.
El Tribunal también escuchó a Aurora Altamirano de D’Amico, la viuda del mayor de los secuestrados Luis Rodolfo, quien estaba embarazada de siete meses y medio cuando éste desapareció.
La hija de ambos nació poco después y en el Registro Civil por un decreto de la dictadura no permitieron a la madre inscribirla con el apellido del padre desaparecido. Ambas se abrazaron cuando concluyó el testimonio de la viuda.
El 10 de agosto de 1976, Altamirano fue interceptada cuando volvía de su trabajo por un “señor de estatura mediana y rulos” que la llevó hasta la casa donde se desarrollaba el “operativo” desde hacía una hora y supo por última vez de su marido.
“Estaban todos de civil, con ametralladoras, le dieron una patada a la puerta y entraron. No nos permitían salir afuera, a nadie, a todo el barrio. Se sentían los golpes en el fondo de la casa de ellos, nos parecía que golpeaban a los chicos y se los llevaron”, narró Mafalda Gómez, una anciana que todavía hoy vive pared de por medio con la casa donde ocurrieron los secuestros en Garín.
Fue la única vecina que se animó a dar testimonio en el juicio oral y cuando concluyó bajó del estrado entre aplausos para ser abrazada por los familiares de sus ex vecinos.
Para el final de la etapa de testigos el Tribunal reserva el tercer caso llegado a juicio: el secuestro y asesinato del ex diputado peronista Diego Muñiz Barreto, quien según la acusación fue detenido por Patti en una carnicería de Escobar.

La hermana de dos militantes de la Juventud Peronista, secuestrados en la localidad de Garín el 10 de agosto de 1976 y aún desaparecidos, Luis y David D’Amico, declaró este lunes que el entonces oficial de calle de la Policía Bonaerense Luis Patti estuvo presente en el operativo donde se llevaron a los jóvenes de la casa de sus padres.

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“Mi madre me reiteró en distintas oportunidades que Luis Patti estaba allí adentro, en un rincón, que no le hablaba y no le contestaba cuando le preguntaba adónde llevaban a mis hermanos”, afirmó Rosa D’Amico, al declarar como testigo en el juicio oral al ex intendente de Escobar por delitos de lesa humanidad.

Con este testimonio se reanudó el juicio a Patti, al dictador Reynaldo Bignone, al ex general Santiago Omar Riveros y al ex comisario de Escobar Juan Fernando Meneghini ante el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín, que varió su composición porque una de las integrantes, la juez Marta Milloc, sufrió una “cardiopatía aguda” la semana pasada y pidió licencia.

La jornada abrió una nueva etapa en el juicio, que desde su inicio en septiembre estuvo dedicado a escuchar testigos sobre el secuestro y asesinato del militante montonero Gastón Gonçalvez, por cuyo crimen está puntualmente acusado Patti, a quien la semana pasada un sobreviviente acusó de haberlo torturado en persona.

Los jueces empezaron ahora a analizar un segundo caso, el del secuestro y desaparición en 1976 de jóvenes militantes de la Juventud Peronista de Garín, a quienes Patti conocía aún antes del golpe de Estado de 1976, y se cree fueron llevados a Campo de Mayo.

Dos de ellos fueron los hermanos D’Amico, de 26 y 17 años, secuestrados en su casa el 10 de agosto de 1976, sólo horas después del rapto de su vecino de 17 años y también militante de la JP Diego Souto, interceptado en la estación de Garín cuando iba a la escuela.

La reconstrucción de lo ocurrido fue muy laboriosa para fiscalía y querella, porque quienes estaban dentro de la casa el día del secuestro ya fallecieron y los vecinos que vieron todo se niegan aún a contar lo que saben.

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Prueba de ello fueron los dichos de Clara Serrano, de 64 años que militaba con los D`Amico en Garín, donde lograron construir una salita médica y ayudar a la gente “muy necesitada” a buscar comida y trabajo.

“Ningún vecino quiere hablar, tenemos mucho temor, la madre de ellos tenía mucho temor y seguimos teniendo temor porque los que fueron están libres y nos pueden llevar a nosotros, nos pueden buscar. No había muchos vecinos ahí, era casi campo, pero el que vive no quiere hablar y el resto se murió”, dijo al Tribunal.

Al terminar su testimonio, se abrazó llorando a la hija del mayor de los D’Amico, nacida poco después del secuestro de su padre, a quien nunca conoció.

El día del secuestro, la ahora testigo vio “unos coches grandes, con bastantes señores, con ropas oscuras, los pusieron en bolsas negras, los encapucharon”, recordó.

Poco antes, Rosa D’Amico había reconstruído lo ocurrido basada en dichos de sus padres fallecidos y de vecinos.

“Estaban almorzando, mis hermanos, mi padre, mi madre, una tía que estaba de visita y una anciana de origen lituano, Julia, recogida de la calle por mi hermano mayor porque se había quedado sola y vivía con ellos”, relató entre lágrimas.

Los vecinos habían sido amenazados para que se encerrasen en sus casas pero muchos escucharon o llegaron a ver que sus hermanos fueron llevados al fondo de la casa, golpeados y sumergidos en un tanque de agua antes de ser sacados para introducirlos a un auto.

“Mi madre me reiteró en distintas oportunidades que Luis Patti estaba allí adentro, en un rincón, que no le hablaba, que ella le dirigió la palabra, que preguntaba adónde se lo llevaban, por qué, que él la miró y no le contestaba y después se fue para afuera”, recordó sobre el ex intendente que como ya es rutina siguió el juicio desde una ambulancia fuera de la sala de audiencias.

Ante una pregunta de la fiscalía, explicó que su madre, ya fallecida al igual que el padre, “se dirigía a él porque lo conocía y él le desviaba la mirada”.

Los secuestradores dijeron que llevaban a los D’Amico a Campo de Mayo, aunque la familia nunca pudo dar con ellos pese a las gestiones realizadas.

Patti “era conocido en la zona, era violento, patotero, tenía como un ensañamiento con la gente joven. A mi hermanito David Guillermo (secuestrado luego) un día le dijo en un bar frente a la estación de Garín: ‘si no vas a la peluquería te corto el pelo yo en la comisaría’. Se movía en Escobar y Garín, donde todos nos conocíamos”.

El Tribunal también escuchó a Aurora Altamirano de D’Amico, la viuda del mayor de los secuestrados Luis Rodolfo, quien estaba embarazada de siete meses y medio cuando éste desapareció.

La hija de ambos nació poco después y en el Registro Civil por un decreto de la dictadura no permitieron a la madre inscribirla con el apellido del padre desaparecido. Ambas se abrazaron cuando concluyó el testimonio de la viuda.

El 10 de agosto de 1976, Altamirano fue interceptada cuando volvía de su trabajo por un “señor de estatura mediana y rulos” que la llevó hasta la casa donde se desarrollaba el “operativo” desde hacía una hora y supo por última vez de su marido.

“Estaban todos de civil, con ametralladoras, le dieron una patada a la puerta y entraron. No nos permitían salir afuera, a nadie, a todo el barrio. Se sentían los golpes en el fondo de la casa de ellos, nos parecía que golpeaban a los chicos y se los llevaron”, narró Mafalda Gómez, una anciana que todavía hoy vive pared de por medio con la casa donde ocurrieron los secuestros en Garín.

Fue la única vecina que se animó a dar testimonio en el juicio oral y cuando concluyó bajó del estrado entre aplausos para ser abrazada por los familiares de sus ex vecinos.

Para el final de la etapa de testigos el Tribunal reserva el tercer caso llegado a juicio: el secuestro y asesinato del ex diputado peronista Diego Muñiz Barreto, quien según la acusación fue detenido por Patti en una carnicería de Escobar.