Se llama Mariana López, tiene 51 años y es profesora de danzas y gimnasia. El hecho ocurrió en 1978, cuando ella tenía 10, en la sala de primeros auxilios de Escobar. Ya son más de veinte las denuncias contra el pervertido profesional.
Se llama Mariana López, tiene 51 años y es profesora de danzas y gimnasia. El hecho ocurrió en 1978, cuando ella tenía 10, en la sala de primeros auxilios de Escobar. Ya son más de veinte las denuncias contra el pervertido profesional.
En los últimos días, un médico pediatra que trabajó tiempo atrás en el hospital Erill y en la sala de primeros auxilios de Escobar recibió una catarata de denuncias por presunto abuso sexual y corrupción de menores.
Se trata de Alberto Cirulnik, un reconocido galeno de la comunidad judía, quien durante muchos años atendió pacientes en el partido de Escobar. También lo hizo en la Escuela ORT y en su consultorio privado de la avenida Díaz Vélez, en el barrio porteño de Almagro.
Ahora, en el final de su carrera, el profesional fue denunciado públicamente por cuatro ex pacientes en un informe del canal Todo Noticias (TN).
El derrotero comenzó el pasado 14 de diciembre, cuando un joven llamado Darío Schvartz (34) se atrevió a denunciar los abusos sexuales a los que fue sometido a los 8 años por su pediatra, quien, además, era amigo íntimo de sus padres.
Esa denuncia fue el disparador para que veinticinco ex pacientes del galeno, incluyendo un sobrino suyo y la hija del ex ministro de Educación de la Nación Daniel Filmus, se atrevieran a relatar sus horribles experiencias en búsqueda de justicia.
Entre las víctimas se encuentra Mariana López (51), una profesora de danza y gimnasia que se atendió con Cirulnik en 1978, cuando tenía solamente 10 años. Fue llevada por un cuadro febril y dolor de garganta a la salita de primeros auxilios de Escobar, que por entonces funcionaba en lo que hoy es el Palacio Municipal, frente a la plaza principal.
“Me atendió el médico que estaba de guardia y él le pide a mi mamá que me quitara la ropa, empezó a revisarme hasta que llegó a los genitales. Estuvo husmeando allí un largo rato, al punto que le dijo a mi mamá que me iba a hacer señorita en poco tiempo. No usaba guantes, me acuerdo perfectamente. Yo sentía frío, mucha vergüenza, y no entendía qué hacía. Le pidió a mi mamá que nos dejara solos», recordó.
Entonces, el pediatra empezó a hablar más pausado, a bajar el tono. Le preguntaba si se tocaba, y Mariana le decía que no. Pero como si no la escuchara, indagaba: «¿Y cuántas veces por día lo hacés?». «No, yo no hago eso», respondía Mariana. «¿Y qué sentís cuando lo hacés?», insistía Cirulnik. Después de un rato le pidió que se vistiera, llamó a su madre y le recetó algo para las anginas.
Como suele suceder en estos casos, Mariana nunca le contó nada a nadie, pero a los 18 años, mientras trabajaba en el hospital de Escobar, se lo volvió a encontrar. Recién en ese momento supo el nombre y el apellido del médico que la había «tocado de más». Era Alberto Cirulnik. La angustiaba su presencia. Trataba de evitarlo, de no cruzárselo: «Él nunca me reconoció, pero un chico no se olvida de la cara de un adulto, y más cuando pasan cosas que no corresponden», aseguró. Pero eso no fue todo.
A fines de diciembre, su esposo la llamó para que viera la nota de un “pediatra abusador” por TN. Ella lo reconoció de inmediato y empezó a gritar «es él, es él”, con lágrimas en los ojos.
«Se lo conté a mi esposo y fui a ver a mi mamá para decírselo por primera vez después de 40 años. Los que piensan mal, los que dicen por qué una lo cuenta después de tanto tiempo son gente que no ha pasado por nada que se le parezca. Es muy difícil. Primero creí que era natural, que era el médico pediatra que me tenía que curar. Después pensaba si yo no habría hecho algo, pero yo era una nena: tenía 10 años y parecía de 7», analizó.
Removida la herida, Mariana decidió publicar su historia en Facebook para seguir sanando. «No hubo una sola persona que me dijera que no me creía», comentó, satisfecha. «Tiene que hacerse justicia, tiene que ir preso. Este hombre sabía muy bien qué hacía. Ahora yo no tengo ni miedo ni vergüenza. Es un hijo de puta», concluyó su testimonio ante las cámaras de televisión.
Dada la repercusión que tuvo el informe periodístico, la Sociedad Argentina de Pediatría decidió emitir un comunicado para solidarizarse con los pacientes que denunciaron haber sido abusados. «No ha sido nunca miembro de nuestra institución», aseguraron, al mismo tiempo que pusieron en duda su condición: «No sabemos si es realmente pediatra».
Por lo pronto, la Justicia está investigando a Cirulnik por “abuso sexual y corrupción de menores” de al menos 26 personas.
Por Damián Fernández
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