Se casó el hermano de Ricardo Fort en la cocatedral de Escobar

Eduardo, el hijo menor de la mediática familia, contrajo enlace con Karina Antoniali. Rasgos de una tarde kitsch en Escobar.

lunes 05 febrero, 2024

Karina Antonial y Eduardo Fort ya dieron el sí y empiezan a retirarse de la cocatedral.

Karina Antoniali y Eduardo Fort ya dieron el sí en el altar y empiezan a retirarse de la cocatedral.

Un Rolls Royce blanco estacionado en la puerta de la cocatedral Natividad del Señor, acompañado por dos hombres de seguridad prohibiendo el paso y centenares de cámaras fotográficas eran la evidencia de que algo pasaba en la tarde del sábado escobarense: se casaba el hermano de Fort. A pesar del bajo perfil que Eduardo y Karina Antoniali intentaron mantener, la boda del hermano del personaje más mediático del momento no pasó desapercibida.

Karina y Eduardo residen en un country de Loma Verde y llevan más de veinte años juntos. “Este año cumplo 40 años y dije: ‘Bueno, nos casamos’. Se lo propuse yo a Eduardo”, contó la novia emocionada.

La primera en llegar al templo fue Marta Fort. “Toda mi ropa es de Europa”, afirmó la mujer, que reiteró sus ganas de cantar “El Ave María” para su hijo.

Escoltando a la “reina madre” apareció una limousine blanca que transportaba a los tres hijos del flamante matrimonio: Macarena (11) y los mellizos Pietro y Angelina (3). La ceremonia no escatimó elegancia: los mejores diseños y las joyas más costosas relucían en la iglesia.

"Ricky" Fort fue a la boda junto a su novia, Virginia Gallardo.

«Ricky» Fort fue junto a su novia, Virginia Gallardo.

Sin embargo, el auge del casamiento no fue el “sí” de los novios ni la entrada de la flamante esposa vistiendo un diseño exclusivo; el protagonismo giró en torno a Ricardo Fort y su novia Virginia Gallardo. A pesar de los pronósticos, que aseguraban que el Fort de la televisión no asistiría, Ricardo arribó poco después de las 17 y presenció desde la primera fila la celebración dirigida por el sacerdote Víctor Filipini.

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Al casamiento asistieron familiares y amigos de la pareja y una gran cantidad de curiosos que, como si fuera una visita guiada, podían entrar a la Iglesia en grupos de cinco y quedarse un tiempo limitado, para dar lugar a que otras cinco personas pudieran presenciar el acontecimiento.

Karina aseguró que no albergaba otra posibilidad más que casarse en Escobar ya que su corazón “está acá”, le dijo al diario Perfil. Tras dar el sí, la novia salió entre lágrimas de emoción y agradecimiento de la mano de su esposo, apabullados por los familiares que los saludaban, los fotógrafos que repartían su trabajo entre el reciente matrimonio y su mediática familia, los guardaespaldas que escoltaban a Ricardo y la gran cantidad de gente que entre gritos y flashes aguardaba su oportunidad para sacarse una foto con el “personaje del momento”.

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Voces en la explanada

La ceremonia destilaba glamour por todos lados, no solamente por los excéntricos vestidos que llevaban las damas y los elegantes trajes que los caballeros lucían con actitud. También, por el horario en que se casaron, los arreglos florales que adornaban a la iglesia y los muchos flashes que acompañaron esta peculiar unión.

Los escobarenses, poco acostumbrados a tantas cámaras y a tener en su territorio a alguien tan famoso, esperaron casi dos horas en la puerta de la cocatedral. Algunos para ver a Ricardo, otros para ver a Virginia o al vestido de la novia y un grupo que solo se paró en la Tapia de Cruz para ver por qué había tanta gente mirando, sin saber lo que pasaba con exactitud.

“Nada de nada, no me dejaron nada” se quejó René, la mujer que pide limosnas en la escalinata de la iglesia. Y añadió enojada: “¡Estas viejas chusmas me tienen cansada, nunca viene nadie y ahora está todo el mundo, son como cotorras!”. En contraposición con sus dichos se escuchó la voz de una vecina que, al grito de “¡Ricky, Ricky, una foto!”, afirmó: “¡Por fin en este pueblo pasa algo, ya era hora de que venga alguien importante!”, mientras se acomodaba su peinado, con la leve esperanza de que alguna cámara se fije en ella.

Colaboración periodística de Rocío Morale Otero para El Día de Escobar