Vida, obra y claudicación de Jorge Lanata. Por Jorge A. Derra
Recuerdo a Jorge Lanata, por los fines de la dictadura, cuando la noche comenzaba a abrirse y veíamos tenues rayitos de luz al final del túnel. Él, junto a un grupo de jóvenes periodistas, comenzaba a hablar en medio del terror de la censura que ocultaba el genocidio.
Lanata, Aliverti, Enrique Vázquez, Carlos Polimeni, Liliana Daunes, Alicia Cuniverti, Mona Moncalvillo y otros poblaban el aire de una radio Splendid que nos devolvía la esperanza. En ese conjunto había peronistas, gente de izquierda, radicales, independientes, etcétera. Pero, al margen de las pertenencias partidarias, nos regalaban un mensaje explícito hasta donde se podía, implícito hasta donde se quisiera entender, de repudio a la dictadura y denuncia del genocidio.
Pasó el tiempo, Lanata se transformó en un referente del pensamiento progresista de centro izquierda y desde su más importante creación, Página 12, impregnó la opinión pública con un periodismo de opinión hasta allí desconocido.
Las vueltas de la vida, emprendimientos fallidos desde lo económico y desde lo periodístico, transformaron la imagen de Jorge Lanata en una parábola increíble, hasta sus declaraciones de hace unos días, cuando regresaba a la radio, nada menos que en radio Mitre.
Palabras más, palabras menos, se despachó con declaraciones tales como “¿para qué sirve una radio de los Wichis?, ¿quién la va a escuchar, quién va a publicitar, quién va a trabajar en una radio de los Wichis?”.
Resulta tentador dejarse llevar por la idea de que esas declaraciones corresponden a una actitud meramente discriminatoria, de desprecio a las comunidades originarias. Sin embargo, expresadas en el contexto de una crítica a la Ley de Medios, los dichos de Lanata van mucho más allá. En estas palabras se ve el rol del fundador de Página 12
¿Quién es Lanata y qué representa? La respuesta se entiende más por el lado del absurdo. ¿Qué hubiera pasado si estas palabras las hubiera dicho don Mariano Grondona? Nada, hubieran sido declaraciones acordes con su condición de fascista declarado. El punto está en que quien las dijo es un izquierdista arrepentido, que se transforma en la voz de la derecha, esa es la función hoy de Jorge Lanata: hablar con la autoridad que le da su histórica pertenencia a la izquierda, con las palabras que le convienen a la derecha. Desde ese lugar ataca a algunas decisiones de este gobierno, que terminan generando externalidades, que aun fuera de la voluntad política del kirchnerismo no dejan de ser un problema para los eternos dueños del poder en la Argentina.
Esa es la cuestión con Lanata: es un arrepentido en el peor de los sentidos, es el energúmeno que dice “no muchachos, no es así, yo antes pensaba de esa manera pero estaba equivocado, lo que vale es lo contrario”.
Lanata es la peor lacra del periodismo, es mucho peor que Grondona, “el Negro” González Oro y el finado Neustadt juntos. El problema no es con los Wichis, es con la Ley de Medios; el problema no es de él, es de sus ¿nuevos? patrones.
Lanata no está loco, ni siquiera es un traidor, es apenas un miserable que no merece ni ser tenido en cuenta.
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