SR. DIRECTOR:
Quisiera compartir con ustedes lo que sucede donde vivo. Voy a ser lo más conciso posible. Vivo en una quinta con añosa arboleda, la cual estoy pagando al banco una hipoteca a diez años. Toda la zona es igual, quintas de gran porte en un barrio residencial, de Maquinista Savio. Esta localidad tiene la particularidad de sentir el abandono de las autoridades de Escobar y en su mayoría son humildes.
Frente a mi propiedad hay una quinta usurpada desde hace años por distintos integrantes de una familia emblemática de Savio, no por ser buena gente sino por ser todos marginales ante la ley. Instalaron un bingo clandestino que funciona desde hace ocho años y provee de muy buen dinero a la dueña del ilícito que lejos de donar parte de la recaudación a entidades con fines benéficos, se gasta toda pero toda la ganancia en casas de juego habilitadas en Pilar. Uno de sus hijos trabaja de custodio del lugar, amedrentando a los vecinos y golpeándolos como en mi caso, cuando se cansaron de mis quejas por los autos estacionados en la puerta de mi casa, de los grupos de gente que se reúnen a fumar porro en el mismo lugar donde paran con sus carros llenos de criaturas desatendidas.
Los viernes y sábados se llena de gente, alrededor de dos mil personas. Los autos estacionados dan vuelta la esquina y no se puede pasar por la vereda de la cantidad de bicicletas que dejan en forma caótica. Ni pensar circular por la calle como corresponde. Este gran movimiento de gente trae a otros con fines distintos.
Es así que es normal ver personas espiando por la ligustrina haciendo creer que son una pareja de enamorados. Vehículos sin chapa patente y vidrios polarizados con gente adentro, etcétera. Toda esta inteligencia al servicio de la delincuencia les da sus frutos: saqueos de quintas de fin de semana, robos y asaltos violentos y patoteo a los vecinos permanentes.
El gobierno de Escobar, lejos de dar una solución integral, ayudando a las personas vulnerables, consiguiéndoles un predio donde desarrollen esa actividad en forma regular, solo hace clausuras que no se respetan y multas que no se pagan, mientras tanto la fiesta del bingo y reducción de mercaderías de dudoso origen continúa.
Es difícil recibir visitas en casa, ya que el descontrol de los sábados impide disfrutar de la compañía de la familia, sumado que es el único día que viajan bien por la panamericana. A nosotros ya no se nos visita y nos dejan el domingo para descansar del parlante que grita, con toda impunidad, los números del bingo o grita alentando a la concurrencia diciéndoles “estos ricos se molestan con los negritos que vienen a la feria”.
La entrada a la propiedad usurpada cuesta dos pesos por persona, el derecho al baño, un peso. Solamente del ingreso de la concurrencia, la regente gana cuatro o cinco mil pesos por faena. Después, el alquiler de los puestos y comisiones hay otro tanto. También se venden casas, autos, terrenos y por sobre todas las cosas celulares sin cargador y planes del gobierno.
Los habitantes del lugar que pagamos los impuestos pedimos varias veces hablar con el Intendente y solo conseguimos citas de pasillo con funcionarios de segunda y tercera línea. Lejos de una solución definitiva, solo resta esperar la actuación de la justicia ordinaria, que ya sabemos en qué consiste: largos años de padecimiento y el final esperado con gases, balas de goma o cualquier cosa menos justicia. A esta reunión marginal se la denomina sencillamente “el trueque”. Busque en el Google Earth y se va a sorprender: en la calle El Picaflor esquina Los Geranios de Maquinista Savio.
Flavio Giani (Maquinista Savio)
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