SR. DIRECTOR:
Hace dos años que vivo en la calle 9 de Julio de Belén de Escobar. Compre una casa preciosa con todo el esfuerzo de mi vida. Contentísima con el barrio y la calidad de gente que tengo como vecinos, agradecida a la vida por estar ahí.
Un enero del año 2012 comenzó una lluvia torrencial, la cual para mí no era ningún problema porque era la primera vez que llovía así en este, mi nuevo hogar, hasta que…comenzó a entrarme agua por la puerta de la cocina.
Era algo que no podía creer lo que me estaba pasando, con la desesperación de no saber qué hacer corría por la casa tratando de hacer no se qué, porque el agua seguía entrando como si no hubiese puerta, llamando a Defensa Civil o a alguien que me dijera qué hacer.
Con tanta ignorancia que jamás me percate de que estaba todo enchufado, gracias a Dios no pasó nada. El agua subió dos escalones y obviamente no pude hacer nada hasta que dejó de llover y el agua de afuera comenzó a irse.
Con una angustia tremenda comencé a limpiar todo, sabiendo que eran aguas de cloacas y sabiendo los riesgos que esto podía llegar a producir. Todo pasó y la verdad que yo solo lo contaba como una experiencia que nunca había vivido.
Obviamente esto trajo gastos extras como arreglar el freezer y la heladera, que habían quedado a 50 cm bajo agua, quizás buscando alguna respuesta o justificativo de que quizás los terrenos linderos estaban más altos.
Comencé a cerrar todo mi perímetro con paredón, para que solo tuviese mi agua y no la del barrio. ¡Qué tonta! A los cuatro meses de generarme un costo altísimo por la obra del paredón comenzó a llover nuevamente con mucha fuerza, yo con un terror por si me pasaba lo mismo prepare bolsas de arena para poder poner en la entrada, lo cual sirvió de mucho pero no del todo, porque aunque fue menos el agua entró igual.
No obstante la situación y sin darme por vencida seguí con las obras en mi casa para poder evitar esto en el futuro, pero después de dos años me di cuenta que haga lo que haga no es un problema de mi casa, es un problema de la calle que afecta a todos los vecinos, lo cual charlando con ellos me contaron que desde hace muchísimo tiempo se inunda, que muchísimas veces perdieron muebles, colchones, etcétera.
Los vecinos, como último recurso, hicieron compuertas en las entradas de las casas, para evitar seguir perdiendo cosas. El tema es que la última lluvia, que fue el martes 9 de septiembre, comenzó muy temprano, yo saliendo como mucha gente con mi marido e hijo para comenzar un día como cualquiera, todos en sus obligaciones, no pudimos salir.
Mi marido y yo no pudimos salir a trabajar, mi hijo no pudo ir al colegio, y con tanta rapidez nuevamente volvió a entrar el agua sin importarle qué obstáculo le pusiéramos en el camino. Nuevamente la resignación de esperar que parara de llover para volver a limpiar por todas las porquerías que trae esto.
Sin más preámbulos, Sr. Intendente, le quiero comentar que a tan solo cincuenta metros de mi casa había gente con el agua a la cintura, gente no pudiente que no puede comprar un colchón cada vez que se moja, gente que no puede renovar su guardarropa cada vez que lo pierde, gente que quizás no tenga dinero para comprar litros de cloro para matar todo lo que deja el agua de cloaca, gente que el poco peso que gana trata de ponerlo en sus hogares para poder verlos cada vez más lindos.
Pero por el solo hecho de vivir en una calle de Escobar, por la cual aparentemente pasa toda el agua de la localidad, nada vale porque todo lo arruina.
La verdad, no sé cuál es la solución porque no soy ingeniera, pero calculo que alguna debe haber. Lo convoco a usted, Sr. Intendente, a que se reúna con nosotros, que nos conozcamos y charlemos de qué podemos hacer. Le aseguro que todos los vecinos lo vamos ayudar para mejorar la situación, pero necesitamos de su ayuda.
Patricia Larregina (Belén de Escobar)
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