Se llama Natalia Hernández Castro, tiene 42 años y en 2013 fue condenada a seis años de reclusión por liderar una banda que comercializaba cocaína. El periodista Mauro Sztajnszrajber la entrevistó en el penal de San Martín.
Se llama Natalia Hernández Castro y en 2013 fue condenada a seis años de reclusión por liderar una banda que comercializaba cocaína. El periodista Mauro Szeta la entrevistó en el penal de San Martín.
Una ex vendedora de droga de Garín fue protagonista este miércoles a la noche de un nuevo informe especial del programa Telefe Noticias, el noticiero más visto de la televisión argentina, donde ofreció un testimonio tan fuerte como esclarecedor.
Se trata de Natalia Hernández Castro, quien tiene 42 años y desde 2013 está detenida en la Unidad 47 de San Martín tras ser condenada por la Justicia a seis años de prisión efectiva por vender cocaína en el populoso barrio Cri Cri.
Aunque a simple viste parece tranquila, “La Nati” se hacía respetar y hasta llegó a manejar un grupo de “soldados” -dealers- que le respondían. Las cuestiones las resolvía a balazos, porque el barrio era de ella. Allí no se movía una mosca sin que ella lo supiera. “Esto es una empresa, un negocio”, le aseguró en la entrevista al periodista Mauro Szeta, especialista en policiales.
Una vez, un grupo le quiso robar su negocio y los sacó a los tiros. “Si no te hacés respetar en la calle, los giles se aprovechan”, esgrime, con total naturalidad. Pero eso no es nada: en un allanamiento golpeó al entonces comisario de Garín y, según dice, esa fue la gota que rebasó el vaso y derivó en su detención, tres semanas después.
Si bien su padre era un proxeneta y la madre se dedicaba a la piratería del asfalto, Natalia tuvo una “niñez hermosa” gracias a la crianza que recibió de su abuela y tíos maternos, quienes eran Testigos de Jehová e hicieron todo lo posible para que ella no siga el camino de sus progenitores.
Pero a los 13 años se alejó de los abuelos y se fue a vivir a la calle con su hermana, a quien quiso salvar de las constantes palizas que sufría en manos de su padre. Claro que no fue una buena decisión: ahí conoció malas juntas, aprendió a robar y comenzó a hacer “escruches”, la modalidad de robo que consiste en ingresar a un domicilio cuando sus dueños no están.
Una vez que fue madre trató de alejarse del delito, pero al poco tiempo se metió en el negocio de la droga, porque la plata no le alcanzaba para mantener a sus siete hijos.
“Yo compraba la droga y la hacía distribuir. El que no vendía para mí no vendía, era mi zona. Con cada soldado que tenía vendiendo, cada dos o tres horas me levantaba cinco mil pesos”, graficó.
Previo a convertirse en una “narco”, como ella se define, trabajó limpiando casas en el barrio parque El Cazador de Belén de Escobar y hasta llegó a oficiar de albañil. Intentó que sus hijos no delinquieran; sin embargo una de sus hijas ya está presa. Igual que ella.
“Me siento muy culpable, porque dejé solos a mis hijos. Deje una bebé de dos años que hoy por hoy va cumplir siete y es una criatura que no conozco. No veo a mis hijos, no tengo familia y no tengo a nadie. Me arrepiento mucho”, concluyó, con lágrimas en los ojos, “La Reina del Cri Cri”.
Por Damián Fernández
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