Pese a su pésimo estado, el Paraná explota de gente todos los fines de semana

Vecinos de Escobar y de otros distritos lo eligen para disfrutar el verano. Critican las malas condiciones del camino y la falta de estacionamiento e infraestructura.

lunes 05 febrero, 2024

Pequeños, jóvenes y adultos disfrutan todos los fines de semana las bondades naturales de la ribera escobarense.

Cuando llega la temporada veraniega, muchos afortunados se dan el gusto de ir a la Costa Atlántica para refrescar sus cuerpos, pero los que se quedan en sus casas buscan alternativas cercanas y económicas para sobrellevar “la calor”.

En Escobar, el Río Paraná de las Palmas es, desde hace mucho, el lugar elegido, por propios y extraños, para encontrar relax y divertimiento. Por eso EL DIA de Escobar se acercó este domingo 20 y consultó a los turistas y comerciantes acerca de las bondades -y deficiencias- del principal atractivo turístico de la zona.

Son las cuatro de la tarde. Hace mucho calor y hay una marea humana infernal. A pesar de los pocos lugares existentes- colmados todos- para estacionar el auto, la gente sigue llegando con una alegría plena reflejada en sus caras tostadas. Pese a su pobre infraestructura, el Paraná de las Palmas se convierte increíblemente en el oasis de muchísimos escobarenses y de algunos “foráneos”.

El río conecta su imponente caudal de agua con islas vírgenes que detentan una belleza sin igual a la mirada de cualquier mortal. Pero los turistas no sólo tienen agua y vegetación abundante para mirar.

El paseo ofrece, entre otras alternativas, un largo recorrido por la costanera -mesas y sillas mediante-, puentes que de frágiles se vuelven aventurescos -sobre todo para los más chicos-, locales gastronómicos y una enorme variedad de camping’s para poder disfrutar la tarde o quedarse toda una noche.

El de la Mutual de Bomberos, ubicado frente a la ribera, se muestra a simple vista como el más completo y ordenado, con baños privados, parillas al aire libre y techadas y con algo venerado por los turistas que vienen a disfrutar del paseo: amplio lugar para estacionar los autos.

Esta es una de las críticas principales de los visitantes hacia el paraje, que se quejan de la falta de estacionamientos. “El Municipio podría hacer algo con esto, ¿o no ve la cantidad de gente que viene?”, protestó uno de los vecinos. Los coches inundan las veredas y los letreros que prohíben estacionar se vuelven una cargada de mal gusto.

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A pesar de este reclamo, quienes lo visitan ven al Paraná de la Palmas como un lugar “lindo” y recurrido para calmar las “ganas de pasear y de mojarse un rato”, aunque esto último esté terminantemente prohibido por su peligrosidad. 

Pese a que está prohibido meterse al río, cientos de visitantes no resisten la tentación de nadar en sus aguas.

“Me gusta el lugar y vengo siempre, está bueno”, expresó contenta Marisa, de Matheu, mientras llegaba al muelle principal una lancha de paseo, otro de los atractivos del lugar.

Los más chicos juegan a la pelota, los del medio buscan amoríos y los adultos se dedican a los mates y las cartas; el círculo cierra perfecto.

Pero esto no es todo, porque el boom en el Paraná es la pesca. Por eso la costanera se ve plagada de cañas. “Lo hago para pasar el rato, porque entre las lanchas y el ruido de la gente los peces no se acercan a la orilla y no sale nada”, se quejó Pablo, que vino desde General Rodríguez junto a su familia para aprovechar la estupenda jornada de sol.

El joven opinó que “el lugar es tranquilo y está bueno para pasar el día”, pero no ahorro críticas hacia las condiciones del puerto escobarense: “Al Intendente de acá el lugar mucho no le debe importar, porque podría estar mucho mejor y por la gente que viene, plata entra seguro”.

La hora pasaba pero la gente seguía llegando y hasta se hacía difícil caminar en algunos tramos. En relación a esto, Sergio, un viejo comerciante de la zona, aseguraba que el domingo pasado “había el doble de gente” y que “por suerte la venta anda bien”.

Es que para los visitantes más “pudientes” hay un lugar ideal para llevarse o hacer algún regalito: la Feria de Artesanos del Delta. Si bien la misma se encuentra en el inicio del paseo, la mayoría la elige como el último eslabón de la visita, después de una larga tarde de sol, comidas y juegos.

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El Paraná de las Palmas se convirtió en la estrella de la ciudad floral y en el lugar predilecto por vecinos y ajenos a nuestra comunidad para pasar un verano “gasolero”. Pero lamentablemente, y a pesar de que la Municipalidad de Escobar lo incluya en el circuito turístico oficial Nº3 –bajo el nombre de Viveros, Barranca y Delta-, el paseo se encuentra muy descuidado y con una notable falta de inversión, representada fielmente en el estado calamitoso de la ruta 25, único camino que lleva al lugar y que además carece de iluminación. Obviamente, esta situación es la crítica principal de todos los visitantes.

Está claro que hay una falta de visión estratégica considerable en relación al turismo, teniendo en cuenta el potencial del Paraná y la cantidad de gente que lo visita regularmente a pesar de todas sus falencias. Imagínelo con una cuota de planificación e inversión.

El pésimo estado de la ruta provincial 25, única vía de acceso al Paraná, es la principal crítica de los visitantes.

Cómo llegar al río

El paseo del Paraná de la Palmas se encuentra ubicado a unos 12 kilómetros de la Panamericana (KM 50.). Para llegar viniendo en auto por el Ramal Escobar-Campana de la autopista hay que bajar en la entrada a Belén de Escobar y seguidamente tomar la avenida 25 de Mayo hasta donde finaliza y choca con la calle Mateo Gelves.

En ese momento hay que doblar a la izquierda hasta encontrarse con la avenida San Martín -continuación de Tapia de Cruz- y doblar a la derecha. Después, lo único que hay que hacer es conducir derecho por esa arteria -que luego se convierte en la ruta provincial-, unos 8 kilómetros aproximadamente, hasta chocar con el Puerto de Escobar y, en definitiva, con el Río Paraná de la Palmas.

Este afluente es uno de los principales brazos del río Paraná y debido a su gran calado es transitado por grandes cargueros y buques comerciales. A la altura de Escobar tiene una profundidad que oscila entre los 17 y 20 metros. Además, funciona como el límite territorial -al este- de nuestro municipio.

Por Damián Fernández