Dicen que nunca se termina de conocer del todo a las personas, ni de sorprenderse con sus actos, cualquiera sea la edad que tengan. ¿Quién hubiera imaginado, apenas un puñado de meses atrás, que Alberto Fernández de Rosa, tan consustanciado que se declaraba con el proyecto político del Frente para la Victoria, del que fue uno de sus primeros referentes en el partido de Escobar, terminaría desertando de sus filas, parándose en la vereda de enfrente y definiéndose, de la noche a la mañana, como un massista “puro”, sin siquiera ruborizarse? Pero en el arte de lo imposible, y al borde de sus 70 abriles, ahí está don “Paco”, cuestionando a la Presidenta y hasta enojado con la juventud cuya militancia antes celebraba.
“Fue una actitud muy meditada. Me pasa como a muchos compañeros peronistas, que por una serie de medidas y actitudes nos fuimos desilusionando del kirchnerismo de manera gradual”, explicó el actor y militante peronista en declaraciones a la agencia Infoban, donde dio a conocer su decisión de alistarse en la tropa de Sergio Massa, dolido con el gobierno por “los proyectos que nunca se concretan y las promesas que nunca se cumplen”.
“El amor que sentí alguna vez por este proyecto se fue apagando”, alegó el maschwitzense, quien incluso después de las últimas elecciones sostenía públicamente que el kirchnerismo había “revolucionado el proceso histórico argentino”. Ahora, en cambio, no titubea en señalar con el dedo a Cristina Fernández de Kirchner a la hora de buscar culpables de su desamor: “Los peronistas nos vamos yendo del Frente para la Victoria porque la Presidenta nos va echando”, la acusó.
El abrupto cambio de discurso de Fernández de Rosa resulta desconcertante, fundamentalmente por lo contradictorio. Al punto de cuestionar la inserción en el gobierno de “gente joven sin experiencia y, sobre todo, sin una ideología muy firme”, justamente él, que no solo en la ficción supo encarnar a personajes tan afines a los pibes, como el Tío Teo de Grande Pa! o el más contemporáneo Antonio de la taquillera serie Violetta, sino que en la vida real llegó a designar a su joven hijo Francisco, sin ningún antecedente político, al frente de la junta promotora del ultrakirchnerista Partido de la Victoria de Escobar.
En su derrotero de explicaciones poco convincentes, el otrora precandidato a intendente por el FPV en 2011 confundió aún más al ahondar en las causas de su “desilusión” con el kirchnerismo y su nuevo encanto con Massa: “Del otro lado, Tigre se ve todo limpio, los carteles bien pintados, las luces que funcionan y una poderosa presencia del Estado municipal. De este lado lo único fuerte es el abandono”, comparó, como si de esa clase de situaciones, en todo caso, la responsabilidad no fuera exclusiva de los intendentes.
La nueva misión de este ¿nuevo? e irreconocible “Paco” será “desarrollar la Corriente Nacional y Popular del Frente Renovador en Escobar”, un territorio en el que deberá convivir con el diputado nacional e intendente en uso de licencia Sandro Guzmán, con quien reconoce tener “una relación cordial”, aunque busca diferenciarse de él, paradójicamente, en términos de pureza, pese a haberse pasado hace apenas unas horas: “La Corriente representa al massismo puro, el “sandrismo” forma parte del Frente, pero no es lo mismo”, subrayó el hasta ayer nomás presidente de la Mesa Kirchnerista de Escobar.
Así, el entrañable actor se encargó de demostrar que no solo nunca termina de conocerse del todo a la gente, sino que, una vez más, la realidad siempre es capaz de superar a la ficción.
Por Ciro D. Yacuzzi