La tuvo ahí nomás. Al alcance de la mano. Hasta llegó a rozarla. A sentirle su aroma y divisar su forma. A tan solo tres segundos. Poco más que un simple parpadeo para empezar a saborear la miel de la gloria. Después de mucha angustia, de ir casi siempre en desventaja, de la incertidumbre que había generado la derrota en la víspera, por primera vez en casa. Pero en ese abrir y cerrar de ojos, la euforia se convirtió en drama, en pura desazón, en incredulidad. Y esos puños en alto terminaron siendo manos vacías para Sportivo Escobar.
Faltaban tres segundos y Rodrigo Rítoli -el mejor de la noche del sábado, con 28 tantos- probó de tres. Le hicieron falta y se cobró cada lanzamiento para poner al local 84-83 arriba y desatar la locura generalizada en el Oscar Larghi. Pero en la reposición de Atlético Pilar el juez le cobró una infantil falta a Dente. Los tiros fueron adentro y la historia cambió el desenlace, diametralmente, en su último párrafo.
Había empezado mejor Sportivo, que llegó a estar 25-17 cuando promediaba el segundo cuarto. Pero justo ahí se empantanó, Atlético revivió y se fue al descanso 35-29. Recién cuando faltaban cinco minutos, y después de mucho batallar, el albiceleste logró alcanzar la línea de su rival, en 71. Pero otra vez el Rancho despegó y se fue 80 a 75, a minuto y medio del final. Parecía que el último tren había pasado para el equipo de Gabriel Marcatto. Sin embargo, tendría una chance más.
Rítoli fue el abanderado de la hazaña. Con un triple revitalizador y esos tres lanzamientos encestados, luego de una mala réplica de Pilar. Ya todos festejaban, la euforia iba de los jugadores al público y volvía del público a los jugadores. Solo quedaban tres segundos… Pero el dulce sueño se transformó en una amarga pesadilla. Y en esos tres segundos se desmoronó la ilusión construida a lo largo de ocho meses.
Atrás había quedado la gran oportunidad que Sportivo dejó pasar el viernes, tan ansioso que se complicó solo ante un rival que no lo exigió tanto. Ese 68-74 de la revancha, cuando la fiesta ya estaba preparada, será un recuerdo secundario de la serie final del Provincial. En todos los que colmaron el microestadio de la calle Colón en ambas noches quedará grabada la imagen de que el título y el ascenso al Federal se escaparon en esos tres fatídicos segundos.
Atlético Pilar, con armas nobles, le arrebató la gloria a Sportivo y festejó junto a la gente que lo acompañó para alentarlo con su grito de guerra: «En la cancha de Patti, vamos a ganar, y la vuelta, y la vuelta vamos a dar».