Hasta último momento las nubes hacían de las suyas y amenazaban con aguarle la fiesta del lunes al Rey Momo, pero a la hora señalada el panorama mejoró: paró de llover y el cielo le cedió un rincón al sol desde donde asomarse para iluminar -a las cinco de la tarde- el comienzo del extraordinario espectáculo de carnaval organizado por los jóvenes del Movimiento de Cultura Libre (MOCULI) de Escobar.
Los primeros en llegar a la avenida Tapia de Cruz fueron los más chiquitos. Decenas y decenas de nenas y nenes que se divirtieron en la plaza San Martín con los juegos de una kermesse preparada por la biblioteca popular de Matheu. En la vereda de enfrente, un grupo de chicas pintarrajeaba las caras de las peques con colores y brillitos. Mientras tanto, en la calle, un chico ganaba la atención del público con destrezas con fuego y la música que salía de los parlantes era un buen aperitivo.
No pasó demasiado tiempo para que empezaran a aparecer en escena dos de los elementos más distintivos del carnaval: las espumas en aerosol y las bombuchas de agua, con las que muchos se entretuvieron hasta el final. Poco a poco, la fiesta iba tomando forma y color.
Los sonidos de la Cuerda de Candombe de Escobar fueron la antesala del plato principal: las murgas. Para entonces era casi de noche y la gente que miraba desde las veredas superaba el millar, con amplia mayoría de familias enteras y pibes que se divirtieron sanamente y -no está de más subrayarlo- sin que se generara el más mínimo inconveniente.
Los bombos y redoblantes de Los Garufas fueron los encargados de abrir el esperado desfile murguero, que siguió a puro baile y saltos con Los Porteñitos, Los Chifladitos y, finalmente, Los Desacatados. Las cuatro -todas del partido de Escobar- le pusieron color, ritmo y un despliegue digno de los fuertes aplausos que coronaron sus pasadas.
Eran las 22.30 cuando llegó la hora del cierre a toda cumbia con La Sonora de Belén. Pero ahí sí las nubes volvieron a abroquelarse sobre el firmamento de la ciudad y soltaron una lluvia que, aunque tenue, alcanzó para suspender el tramo final del evento. Fue una pena, pero nadie osó quejarse. Todos se habían divertido ya más de la cuenta.
Corsos por todos lados
No fue el de Belén de Escobar el único corso de este fin de semana extralargo. Muy por el contrario, hubo festejos en casi todo el distrito. En Matheu, sobre la calle Nazarre, el sábado, el domingo y este lunes, también fueron cientos y cientos los vecinos que disfrutaron de las murgas y la típica alegría contagiosa del carnaval. Lo mismo pasó en el boulevard Perón de Garín, el sábado y el domingo, y en Maquinista Savio, el domingo, sobre la calle Ruiseñor. Por el mal tiempo se suspendió el corso que el Colectivo Cultural iba a realizar este domingo en Ingeniero Maschwitz. Pero se hará el domingo 4 de marzo, día en que la localidad festeja el aniversario de la imposición de su nombre a la estación de trenes.