Milagro en las vías: Tren arrolló a un coche en Garín y el conductor resultó ileso

Este viernes a la madrugada volvió a ocurrir lo que todos los vecinos de Garín sabían que podía pasar y ninguna autoridad previno: un tren de la línea Mitre arrolló a un vehículo que estaba cruzando el paso a nivel de la calle Fructuoso Díaz, cuyas barreras no funcionan desde hace seis años, y dejó como saldo a una persona herida.

El previsible accidente se registró alrededor de las 5, cuando una formación que realizaba su recorrido desde la terminal de Victoria hacia la de Capilla del Señor, y recién salía de la estación local, embistió a un automóvil Renault Duster rojo en el peligroso cruce ferroviario y lo arrastró por varios metros.

Pese a la fuerza y gravedad del impacto, que destruyó gran parte del coche, los socorristas que llegaron al lugar sólo se encontraron con una persona que presentaba lesiones leves. Igualmente, el conductor del auto, identificado como Jorge Bonelli, fue trasladado por una ambulancia del SAME al hospital Erill para las curaciones de rigor, según informaron fuentes policiales a El Día de Escobar

El chofer del vehículo habría decidido cruzar porque no advirtió la llegada del tren, dada la oscuridad reinante en las vías y a que la nueva garita del banderillero obstaculiza la visión. Además, se confió, como casi todo automovilista garinense que pasa regularmente por ahí, en unas barreras de seguridad que no funcionan correctamente desde hace al menos seis años.

Por esta situación, que ya había sido advertida por este medio en una nota de 2013, un remís que circulaba con una pasajera fue arrollado violentamente el 30 de julio de 2016. Aunque también se trató de una desgracia con suerte, ya que la mujer, que volvía del trabajo a su casa, y el conductor del vehículo solo sufrieron heridas leves.

Hasta el momento, los accidentes en el paso a nivel de la Fructuoso Díaz no arrojaron heridos de gravedad ni muertos. Pero de continuar la desidia estatal y ferroviaria, es solo cuestión de tiempo para que la fortuna se vuelva tragedia.

Por Damián Fernández