Al romperse la bomba que recirculaba el agua del lago, prácticamente todos los multicolores peces del Jardín Japonés de Escobar murieron durante el último fin de semana.
El hecho, que hasta ahora no había trascendido, no hace más que sumar otro punto negativo en la actualidad del hermoso paseo, cuya prolongada falta de mantenimiento es a todas luces llamativa y reprobable. A tal punto es así que al personal municipal que lo cuida no le llamó la atención el triste suceso, ya que la bomba que quedó fuera de servicio el fin de semana no funciona bien desde hace rato.
“Los peces necesitan que el agua esté recirculando constantemente, así tienen oxígeno. Como se rompió la bomba a la que está conectada toda la instalación, el agua se quedó estancada y murieron”, explicó a El Día de Escobar un cuidador del predio ubicado en Alberdi y Spadaccini.
Así, alrededor de un centenar de carpas de origen japonés fueron debieron ser retiradas del lago y envueltas en bolsas de residuos. Apenas un puñado de ejemplares pudo sobrevivir, y ahora se esperan crías de ellos para que, con el tiempo, la población vuelva a ser tan numerosa y atractiva.
Pese a que los mayores de 12 años deben abonar un peso para ingresar al Jardín Japonés -también se vendía alimento para arrojarle a los peces- del destino de ese dinero no se ve ningún reflejo en el paseo. Es más, su puente de madera principal está clausurado hace más de un año por la rotura del piso y de una baranda. No hace falta pedir presupuesto para calcular que con la recaudación de unos pocos días -a lo sumó- se podría reparar y rehabilitar.
De esta manera, uno de los más bellos lugares del centro de la ciudad cabecera, creado en 1969 por la colectividad nipona, al que grandes y chicos asisten para recrearse y descansar bajo una grata sombra en un encantador entorno natural, se va degradando día a día. ¿Cambiará el curso de esta situación tras la muerte de los peces o habrá que acostumbrarse a la paulatina pérdida de los encantos del Jardín Japonés?