Son más de 70. La planta cerró en 2000 y está tomada desde 2006. “No renunciaremos a nuestros derechos”, advierten.
El reciente remate de la planta que perteneciera a la fábrica Nutrimentos, adquirida por un empresario del rubro de bebidas, reavivó la lucha de los trabajadores del molino de la ruta 25, que reclaman la indemnización que se les adeuda desde que la empresa se declaró en quiebra.
El predio fabril, ubicado frente al bioparque Temaikèn, está tomado desde 2006 por los trabajadores, que se turnan para montar guardia en el lugar. Pero desde que se conoció la noticia de la venta, los ex compañeros de planta se organizaron para convocarse en mayor número y prepararse a dar una resistencia aún más férrea.
“Esto se vendió pero el dueño no aparece. Nosotros queremos saber cuál es nuestra situación, que estos diez años de lucha no sean en vano y nos paguen lo que nos corresponde”, expresó a El Día de Escobar el delegado de la Unión Obrera Molinera Argentina (UOMA), Omar González.
Es domingo a la mañana y los trabajadores, junto a sus familias, vuelven a encontrarse en la antigua fábrica de alimento balanceado. Una densa humareda, al costado de la ruta, cumple la doble función de llamar la atención y dar una inconfundible señal de lucha. “La situación nos obliga a hacer esto y no descartamos la posibilidad de hacer cortes de ruta”, explica González, que trabajó en el sector de mantenimiento de Nutrimentos (antes Purina) durante 28 años. “Acá hubo gente que no conoció otro trabajo, incluso compañeros con 36 años de antigüedad”, acota.
Días atrás la fábrica fue adquirida por el dueño de una fábrica de sidra que tendría previsto colocar en Belén de Escobar una nueva planta de su empresa. Los ex Nutrimentos dicen desconocer sus planes, pero tienen una decisión firme: no se irán si no se les paga el dinero que les corresponde.
En ese orden, González apuesta a “destrabar entre todos el conflicto”, refiriéndose tanto a las soluciones que puedan aportarse desde la vía judicial, política, empresaria y sindical.
“Cuando se llega a una quiebra cobran los rematadores, los síndicos, y nosotros, que deberíamos ser acreedores privilegiados, no vemos un peso. Somos trabajadores, gente normal, que tiene familia y queremos que esto se termine. Pero no vamos a renunciar a nuestros derechos. Y esto también lo hacemos para marcar un camino para los que vienen, que son nuestros hijos y nietos”, afirma el representante gremial.
Qué final puede escribir esta historia es hoy una incógnita. En un caso análogo, los trabajadores de la ex fábrica de San Sebastián en Zelaya -de los mismos dueños que Nutrimentos- “cobraron 4 ó 5 mil pesos por 25 años de antigüedad, un año y medio después que se hizo el remate. Nosotros no queremos que nos pase lo mismo”, sostiene González. Y advierte: “Las luchas se dejan para las últimas instancias, cuando las palabras no alcanzan. Y nosotros estamos agotando las instancias”.
“Nadie nos va a correr viniendo con Gendarmería para sacarnos. No queremos agrandar esto, queremos terminarlo dialogando. Pero si nos obligan, nos vamos a amotinar arriba de los hilos”, concluye el trabajador.
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