Se trata de una especie declarada en peligro de extinción. Ambos estaban hace un año bajo el cuidado de los expertos del bioparque. Ahora, el macho Chipión y la hembra Ansenuza se encuentran en su hogar natural.
Se trata de una especie declarada en peligro de extinción. Ambos estaban hace un año bajo el cuidado de los expertos del bioparque. Ahora, el macho Chipión y la hembra Ansenuza se encuentran en su hogar natural.
Al igual que pasa con las personas, para los animales es fundamental vivir en libertad y este jueves dos de ellos pudieron conseguirlo. Se trata de dos aguará guazú, especie autóctona en peligro de extinción, que hace un año estaban siendo rehabilitados en el bioparque Temaikèn y ahora se encuentran en su hábitat natural: los pastizales de Mar de Ansenuza, en el noroeste de Córdoba.
Este animal, cuyo nombre no suele ser conocido, tiene un aspecto similar al de un perro de patas largas: puede medir 80 centímetros de alto y más de un metro de largo; su cola es de alrededor de 40 centímetros y su pelaje puede ser rojizo, con una raya negra en el lomo, o completamente oscuro.
Su nombre significa “zorro grande” en guaraní, reside en zonas inundables del sur del continente y su alimento son pequeños mamíferos, aves e incluso vegetales. Es solitario, sumamente tímido y cauteloso, de hábitos nocturnos o crepusculares.
Del simulacro de reinserción de Chipión y Ansenuza –macho y hembra, respectivamente- participaron funcionarios de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, de la Policía Ambiental y de la Secretaría de Ambiente de Córdoba.
El traslado desde Escobar a La Docta se realizó de noche para evitar descompensaciones y la exposición a altas temperaturas de los animales.
Veterinarios, biólogos, nutricionistas, cuidadores y educadores del Centro de Reproducción y Rehabilitación de Especies (CRET) de Temaikèn formaron parte de la rehabilitación de las dos crías de aguará guazú que ahora, ya adultas, recorrerán libremente los pastizales. Por las dudas, los expertos les colocaron a ambos ejemplares un collar satelital para monitorear su estado en la naturaleza.
“Encontrar un animal amenazado en mal estado es una noticia triste, pero también es la posibilidad de darle una segunda oportunidad para que vuelva a la naturaleza. Trabajamos durante más de un año en equipo para llegar a este día”, manifestó Paula González Ciccia, responsable de Conservación de Especies Amenazadas de la Fundación Temaikèn.
De las cajas contenedoras primero salió Ansenuza, algo tímida al principio, y luego lo hizo Chipión. Ambos comenzaron a tantear el terreno hasta perderse a lo lejos en el horizonte para volver a su vida habitual y darle a esta historia un final feliz.
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