La orden de la Rosada es funcionar como oposición muy activa en los distritos donde los intendentes cambiaron de pingo en el medio del río. Por Jorge Luis Bonfanti
El acto del peronismo kirchnerista realizado ayer en el predio de los Jubilados Ferroviarios, que desbordó de militancia, y donde el gobierno nacional, salvo por la ausencia de la presidenta y el vice, puso toda la carne en la parrilla, puede abrir una circunstancia muy poco común en Escobar: que exista oposición.
Hasta acá, y desde el día sábado en que se anunciaron las listas, existían sospechas de que la división entre FPV y Frente Renovador era un acuerdo pampa para abarcar a más del 70% del electorado entre dos sectores integrados por dirigentes muy volubles, con enorme capacidad y gimnasia para protestar hoy lo que hasta ayer a la tarde se aplaudía.
Daba crédito a estas sospechas la verificación de los perdedores del lanzamiento de Sergio Massa como puntal del peronismo de derecha, afín a un acuerdo con las corporaciones que el gobierno nacional enfrenta. Claramente perjudicados resultaron Mauricio Macri y Francisco De Narváez.
En Escobar, la división de una única célula peronista en dos, casi de igual tamaño, pareció una puesta en escena como lo fue la lista para concejales de los mencionados perdedores en 2009, todos terminaron comiendo los sanguchitos del mismo plato.
Pero ahora, ya delante de los grabadores, y con mucha mayor virulencia cuando están apagados, se va perfilando un combate por la supervivencia; los intendentes que apoyan a Massa, entre ellos el nuestro, tienen miedo del crecimiento de las agrupaciones no provenientes del tronco peronista como La Cámpora.
No son peronistas de centroizquierda o socialdemócratas, son peronistas.
Lamentan que Cristina no continuara con la tradición de diálogo de Néstor y ven al gobierno como un unicato, por lo que su agudo sentido de conservación los lleva a ir preparándose para el final de un ciclo, sin que este sea tan convulsivo como el fin del menemismo, que terminó con la oposición ganando el gobierno nacional, varias provincias y centenares de municipios.
Pero… para los sectores cristinistas la continuidad y profundización del modelo no se negocia. La orden de la Rosada es funcionar como oposición muy activa en los distritos donde los intendentes cambiaron de pingo en el medio del río. Ya ocurrió en San Martín, donde destituyeron al presidente del HCD, el “massista” Diego Perrella, por el kirchnerista Alejandro Phatouros, con las manos alzadas de los ediles del Frente Progresista del ex intendente Ivoskus.
Una de las figuras del peronismo oficialista nacional decía ayer, en el vip, mientras se refrescaba con una gaseosa: “No van a poder ni caminar el distrito, los vamos a tratar como si fueran el gobierno de la Alianza”.
Ante esto, y a pesar de no ir en paralelo con el rumor, parece alejarse la chance de un interinato de Walter Blanco al frente del Ejecutivo; el que asumiría en diciembre sería Elio Miranda.
Si no resulta así, este análisis no sirve, es incorrecto, y la posibilidad de una oposición activa por la existencia de dos modelos que confrontan, una ilusión.
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