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SR. DIRECTOR:
Hay una estrategia perversa por parte del poder mediático frente a la discusión por la ley de medios. Pero lo que más duele no es la reacción, reprochable pero esperada, de los dueños del aire, sino la miserable sumisión de amplios sectores de la dirigencia política de nuestro país.
Aquellos que ven peligrar privilegios que consiguieron bajo el terror de la dictadura, la entrega del menemismo y hasta con el doble discurso de este mismo gobierno, que en su momento supo prolongarles las licencias por diez años, aplican una estrategia perversa que consiste en descubrir hoy lo que el hombre común sabe desde hace mucho tiempo: “Este gobierno es corrupto”.
Eso dicen a voz en cuello los mercaderes de la comunicación, los mismos que antes callaban por conveniencia. ¿Y por qué ahora el esfuerzo para dejar expuesta la venalidad del gobierno? Porque, según su criterio, si el gobierno es corrupto nada que venga de él puede ser bueno. Esa es la lógica miserable de los dueños de los medios y de sectores de la oposición, principalmente Carrió, los radicales y el resabio peronista. La corrupción del gobierno inhibe a la ley, no vale la pena discutirla.
“Es un ataque a la libertad de expresión, es una ley mordaza, es la censura”, dicen ellos, que tantas veces se autocensuraron por conveniencia o por cobardía. Ellos, que callaron cuando los militares genocidas torturaban, asesinaban o desaparecían, o cuando la mafia política entreguista de Menem y Alsogaray desguazó el Estado, aniquiló el país, destruyó la nación y hundió al pueblo en la pobreza y la miseria.
Los canallas quieren que los acompañemos, nos quieren hacer caer en la trampa de oponernos a la ley por pecado de origen. No nos dejemos engañar.
Este gobierno es corrupto, tanto o más que otros. Los K son lo que todos sabemos que son, pero esta ley es en nuestro beneficio, esta ley es para terminar con los privilegios de los amigos del poder de siempre. Esta ley pudo haber sido mejor, claro que sí, pero no cambio eso por la nada.
Yo sueño con una gran red de emisoras de baja potencia transmitiendo en cadena, conectadas a internet, los problemas de cada rincón del país. Los pueblos luchando contra la minería. Los campesinos, criollos y originarios, defendiendo sus derechos ancestrales, contra la patria sojera. Los trabajadores defendiendo sus fuentes de trabajo, como los ejemplares compañeros de Fasinpat (ex Zanón). En definitiva, quiero una ley de radiodifusión que me permita participar y no solo ser un receptor pasivo de tanta porquería de los mercaderes del aire. Eso será posible con esta ley, no con la que quieren ellos.
La ley pudo ser mejor, pero no me pidan que me oponga a ella para defender la libertad de expresión de los que siempre me han mentido porque les convenía.
Jorge A. Derra (Maquinista Savio)
