Funciona en un predio de la calle Cabildo y recibe a niños de entre 18 meses y 3 años. “Queremos que sean los protagonistas de su propio aprendizaje y desarrollo”, explican sus fundadoras.
Funciona en un predio de la calle Cabildo y recibe a niños de entre 18 meses y 3 años. “Queremos que sean los protagonistas de su propio aprendizaje y desarrollo”, explican sus fundadoras.
En el vasto predio donde antiguamente funcionó el cultivo de rosas y orquídeas de la familia Shinji, en el barrio La Madrugada de Garín, comenzó a funcionar un novedoso jardín maternal y espacio de juego para la primera infancia. Su nombre es “La Casita de las Flores”.
La psicopedagoga Victoria Severini y la psicomotrista Romina Pedroli son las responsables de este proyecto, único en la zona por sus características, que busca establecerse como un espacio facilitador y de acompañamiento a la crianza, donde se respeta la singularidad de cada niño y se generan las condiciones para que ellos desplieguen todo su potencialidad.
“La Casita de las Flores nace de nuestro sueño compartido de crear un espacio de acompañamiento a la primera infancia, donde los niños sean los protagonistas de su propio aprendizaje y desarrollo. Un espacio que promueva el juego, la creatividad, la expresión y el movimiento, en un marco de respeto por los tiempos, intereses y necesidades de cada niño”, explican.
Actualmente, en el remozado predio de Cabildo 2076 funciona un jardín maternal destinado a niños de 18 meses hasta 3 años de edad, basado en los modelos de “Atención temprana” de Emmi Pickler y de “Pedagogía viva” de Rebeca Wild, que fomentan la educación respetuosa, el juego libre, la importancia de la atención emocional y un ambiente que favorece la libertad y la autonomía.
También se ofrecen grupos de juego terapéutico para niños con desafíos en el desarrollo, talleres de arte y juego y sesiones individuales de psicopedagogía y psicomotricidad.
Los objetivos son acompañar con respeto y ternura las diferentes etapas y los procesos de la vida, tanto de los niños como de sus padres; facilitar herramientas para un proceso de aprendizaje basado en la propia experiencia de los niños y generar momentos de encuentro entre padres e hijos, entre otros.
Las actividades se realizan en un cálido y cuidado entorno natural, rodeado de añosos árboles y un amplio espacio verde, alejado de la contaminación sonora de la ciudad. En ese mismo lugar, durante treinta años funcionó el vivero de rosas y orquídeas de un floricultor de origen japonés que dedicó su vida al arte de hacer florecer.
“La Casita se convierte ahora en un espacio dedicado a acompañar a niños en los primeros años de vida y sus familias, conservando este mismo espíritu de cuidar, nutrir y propiciar el florecimiento de cada ser”, afirman las docentes.
La inauguración tuvo lugar el sábado 23 de marzo y contó con la presencia del subsecretario de Cultura de Escobar, Juan Laino; la directora de nivel inicial del Colegio Arrayanes, Silvina Failo; docentes de la escuela Waldorf Clara de Asís y la ex directora del Colegio Río de la Plata, Mabel Carminati, entre otras autoridades e invitados especiales.
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