En la última recta a las elecciones legislativas del domingo, hay motivos suficientes para suponer que la candidatura testimonial del intendente Sandro Guzmán será la que primero haga flamear la bandera a cuadros. Animarse a predecir el resto de la clasificación, en riguroso orden de llegada, es algo ya más complejo. No obstante, para los otros dos escalones del podio hay tres competidores con fuertes chances: el Paufe, la alianza AVE-ARI y una de las tres listas que apoyan a Francisco De Narváez.
La campaña del oficialismo ha contado con un aparato propagandístico nunca antes visto: varios locales partidarios abiertos en cada localidad, colectivos enteros ploteados con imágenes de Guzmán con un tamaño varias veces superior al natural, folletería multicolor, afiches, columneros, pasacalles, avisos publicitarios en medios nacionales. En fin, todo el cotillón posible. Sin contar que no hay esquina céntrica donde no haya una mesa, envuelta en más afiches, con información sobre los lugares de votación.
Su principal adversario, al menos hasta que los números digan lo contrario, no podría verse más conflictuado y replegado. Es que el Paufe aún no sabe si podrá competir con las boletas que tiene impresas y que repartió a raudales o si deberá imprimir nuevas sin el nombre de su líder al tope de las candidaturas de diputado. La situación, a horas de los comicios, no podría serle más adversa. Paralelamente, su nivel de difusión es de 1 a 100 en comparación con el kirchnerismo. Nada hay en la calle que informe sobre la participación del pattismo en las elecciones. Salvo, cada tanto, alguna camioneta ploteada que pasa con los parlantes a todo volumen reproduciendo la voz de su jefe preso en alguna entrevista. Casi deprimente.
Decaído así el Paufe, las listas que van enganchadas a la boleta del colorado De Narváez se encuentran a último momento con imprevistas proyecciones de crecimiento. “Cacho” Angioi, que se postula por el partido Unión Celeste y Blanca, deberá estar sintiendo la excitación de un novato viendo las encuestas que le dan al colombiano una disputa mano a mano con Néstor Kirchner, con una intención de voto del orden del 30% en la provincia. Con un tercio de ese porcentaje, el garinense volverá a sentarse en una banca de concejal tras doce años. Junto a él también lo haría Luis Balbi, que podría cobrarse revancha de la última elección, en la que yendo como candidato de “Larry” Biaggioni se quedó en las puertas del Concejo Deliberante por un puñado de votos.
Otra lista que llevará la boleta de Unión PRO es la que encabeza el casi desconocido empresario de la carne Néstor Bodes. Sus chances, comparadas a las de Angioi, se presumen inferiores sencillamente porque no ha hecho campaña. Un caso que deja interrogantes es el de la Unión Vecinal de Escobar (UVE): tiene un acuerdo firmado con Unión PRO para ir como alianza, pero no consiguió anexar su lista de candidatos municipales -que lleva el número 602- como colectora de De Narváez.
El otro protagonista y firme aspirante a un lugar en el podio es el frente compuesto por el vecinalismo y el ARI, una de las tres colectoras del Acuerdo Cívico y Social. Esta división, precisamente, podría conspirar contra su performance, porque deberá compartir con la UCR y el GEN los votos a Margarita Stolbizer y Raúl Alfonsín. Por eso ha desplegado una fuerte campaña -seguramente la segunda más costosa, aunque lejos de los montos del oficialismo para intentar inclinar en su favor la balanza.
Según este análisis, que alguna otra fuerza pueda alcanzar al 10% de los votos que se necesitan para obtener una banca sería casi imposible. Pero como no hay encuestas, al menos que se hayan difundido, y la esperanza es lo último que se pierde, todos tienen pleno derecho a conservar sus ilusiones hasta el instante en que la realidad se imponga como única verdad.
Ciro D. Yacuzzi
Director de El Día de Escobar