Darío Lencina no logró medalla con Los Murciélagos. Alejandro Luchik hizo de guía en la maratón.
Ya finalizados los Juegos Paralímpicos en Londres para deportistas especiales, queda hacer el análisis de la actuación de los escobarenses en Inglaterra, que estuvieron por partida doble: uno como protagonista del fútbol sala para ciegos y el otro como acompañante de un atleta disminuido visual.
El arquero Darío Lencina jugó su tercer Paralímpico con Los Murciélagos y esta vez no pudo conseguir medallas, como sí lo hizo en Atenas y Beijing. El debut había sido auspicioso ante Irán, ganando 2 a 0 con tantos de la figura argentina Silvio Velo, pero después de ese encuentro el equipo no pudo volver a marcar goles. Dentro de la primera rueda empató con Inglaterra y España 0 a 0, quedando segundo de su grupo, detrás de los ibéricos.
En semifinales Los Murciélagos se enfrentaron a Brasil y los equipos sudamericanos no pudieron sacarse ventajas: igualdad sin tantos y definición por penales. Allí Argentina no logró convertir y sí lo hizo Brasil, que se impuso 1 a 0. Para el seleccionado entrenado por Martín Demonte quedaba jugar por el tercer puesto y el rival de turno fue nuevamente España. Otra vez no hubo festejos y tras el 0 a 0 los penales volvieron a ser una barrera para Argentina, que cayó 1 a 0 y se quedó con el cuarto lugar y sin medalla. Haciendo un digno papel, aunque con un marcado déficit a la hora de convertir.
El campeón fue Brasil, que le ganó la final a Francia por 2 a 0 y se quedó una vez más con la presea dorada, demostrando su gran poderío en este deporte adaptado. Tras aquella final del Mundial 2006 en Buenos Aires (1 a 0), Los Murciélagos no pudieron volver a ganarle.
El otro representante de Escobar fue Alejandro Luchik, atleta que ofició como guía del maratonista José Luis Santero (Lomas de Zamora) en la prueba más esperada y que cerró los Juegos el domingo 9.
Los 42 kilómetros de carrera pedestre fueron para un español, que marcó un tiempo de 2 horas y 24 minutos, mientras que Santero-Luchik tardaron 3 horas y 9 minutos, bastante más de lo planeado en los trabajos de entrenamiento previo, donde la idea era no pasar las 2 horas y 45 minutos.
“Las maratones son así, a veces las cosas no salen como se piensan”, expresó Luchik tras la prueba a El Día de Escobar.
Más allá de resultados estrictamente deportivos, lo bueno para las personas con capacidades diferentes es el hecho de haber competido una vez en una cita olímpica. Donde ocuparon la villa y todas las instalaciones que semanas atrás habían sido alojamiento de grandes figuras del deporte mundial. Y nuevamente dos escobarenses pudieron darse el gusto de ser parte de un evento de lujo.
Por Javier Rubinstein
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