También le reprobaron “su accionar y sus formas de desempeñarse”. Y señalaron que “la búsqueda del bien común debe anteponerse a cualquier beneficio particular”.
De manera no tan sorpresiva pero sí tajante, el oficialismo decidió dar por terminada su inestable relación con Jorge «Acero» Cali al expulsarlo del bloque Peronismo que Hace alegando «diferencias irreconciliables de carácter ético y político». Un golpe que podría ser de nocaut para el conflictivo ex luchador, cuya continuidad en la presidencia del Concejo Deliberante tendría las horas contadas.
La decisión de la bancada que responde al intendente Ariel Sujarchuk fue dada a conocer este sábado mediante un comunicado de prensa. «El bloque Peronismo que Hace informa que, por diferencias irreconciliables de carácter ético y político, ha decidido separar de sus filas al concejal Jorge Cali», señala el párrafo inicial de la comunicación.
Desde el bloque presidido por Daniel Bufelli también remarcaron que «los principios que orientan su accionar y sus formas de desempeñarse difieren sustancialmente de los que guían nuestros pasos», aunque no ahondaron en detalles sobre estas definiciones, un tanto llamativas a esta altura si se tiene en cuenta que la relación con Cali no data de ayer sino de hace un año y medio, aunque es cierto que con varios cortocircuitos.
El comunicado también subraya que «la búsqueda del bien común debe anteponerse incontestablemente a la de cualquier beneficio particular», una frase que resulta imposible no relacionar al informe de Telenoche que dejó malherido al ex deportista. «Eso es una parte, pero a partir de ahí surgieron otras cosas que hicieron irreconciliable la situación», explicó una fuente consultada por El Día de Escobar.
Dentro de este contexto, el panorama para Cali se presenta de lo más complicado. En primer lugar, se quedó absolutamente solo: por un lado, María Rosa Pereyra, hasta ahora aliada suya, acompañó la decisión del oficialismo; por el otro, sería impensable que Cambiemos o los concejales de Sandro Guzmán tengan interés en incorporarlo a sus filas.
Así, su remoción de la presidencia sería cuestión de poco tiempo, aunque por ahora no hay ningún candidato firme para ocupar su sillón en el estrado. De darse la destitución, su corta carrera política estaría ante un callejón sin salida donde el menú de opciones quedaría reducido a dos caminos: renunciar a su banca o quedarse a resistir desde el llano confiando en recomponer su deteriorada imagen.
Lo que está claro es que la decisión del oficialismo de expulsarlo de su espacio es un golpe muy fuerte, del que difícilmente pueda reponerse.