El mal tiempo opacó el tradicional desfile de carrozas florales

Cientos de personas se volcaron este sábado a la avenida Tapia de Cruz para ser parte una vez más del tradicional desfile de carrozas realizado en el marco de la 51º Fiesta Nacional de la Flor. A pesar del esfuerzo y las ganas de todos, la lluvia logró opacar la popular ceremonia escobarense.

Si bien el inicio estaba pautado a las 19, los trece carruajes participantes, ornamentados maravillosamente con un sinfín de especies florales, salieron al asfalto con todo su color antes de lo previsto: las autoridades oficiales intentaron adelantársele a los amenazantes nubarrones, pero sin mucho éxito, ya que poco tiempo después el aguacero se consumó y mucha gente se retiró sin poder verlo todo.

Igualmente, el público que sí aguantó las inclemencias climáticas pudo disfrutar de las pintorescas carrozas que marcharon desde el polideportivo municipal Luis Monti hasta el predio de la Ciudad Floral, y ver a las 16 aspirantes a Reina Nacional de la Flor, que con todos sus encantos y carisma se brindaron completamente al cortejo desde cada una de ellas.

Como todas las ediciones, la carroza de la Fiesta Nacional de la Flor fue la que abrió el desfile trasladando a su actual soberana, la saladillense María Victoria Muscatello (24). Luego, en diferente orden aparecieron las de la Asociación Folclórica Isleña, el Instituto de Florihorticultura y Jardinería, la Escuela Bíblica Buenas Nuevas, la Asociación de Emprendedores y Artesanos de Ingeniero Maschwitz y el Comedor Maná.

El final fue a toda orquesta, y agua, con las siempre aplaudidas creaciones de la Asociación Japonesa de Escobar –último ganador del concurso-, el bioparque Temaikén y la empresa Alparamis.

También hicieron su paso por la avenida agrupaciones gauchescas y la Colectividad Boliviana de Escobar, que pasadas las 19.30 cerraron un desfile de carrozas que, a causa del mal tiempo, muy lejos estuvo de sus mejores versiones.

Carrozas premiadas

La carroza ganadora del desfile fue la de la Asociación Japonesa, cuyo diseño simbolizaba la integración cultural entre Oriente y Occidente a través de la figura de un imponente Pikachu, de la reconocida serie de animé Pokèmon.

El segundo puesto fue para el bioparque Temaikèn, con un arreglo que homenajeaba a un grupo de monos carayá que llegó recientemente al zoológico: como habían sido comprados clandestinamente como mascotas, no pudieron ser regresados a su hábitat natural, al no saber sobrevivir por sus propios medios.

El tercer puesto fue para la Escuela Bíblica Buenas Nuevas, con un diseño del Arca de Noé repleta de animales. Obtuvieron menciones especiales las carroza de la Asociación de Emprendedores y Artesanos de Ingeniero Maschwitz, el Comedor Maná y Alparamis.