La segunda entrada a la ciudad es un desastre. Las calles Santiago del Estero y José Hernández están casi intransitables, llenas de mugre y con muy poca iluminación.
La calle Santiago del Estero es la segunda entrada a la localidad de Garín, aunque a juzgar por su estado actual pareciera ser una arteria del montón, sin ninguna importancia ni uso significativo. Enormes baches, montículos de tierra y apenas un puñado de luminarias en funcionamiento son algunas de las características que presenta el camino, que ya ni los colectivos de la línea 228 se animan a transitar.
Que las calles del partido de Escobar, en su gran mayoría, son un desastre, no es ninguna novedad. Y la entrada a Garín por el puente de “El Curvón” no escapa a las generales de la ley. La calle Santiago del Estero está en ruinas: el viejo asfalto está lleno de pozos, rajaduras y desniveles, lo que hace que caminar o manejar por allí sea, como mínimo, desaconsejable.
“Dejé de pasar por la Santiago desde que se me rompió todo el tren delantero del auto. Ahora, si tengo que entrar o salir, agarro por otro lado, aunque tenga que dar más vueltas que una calesita”, expresó José (51), un vecino de Garín que ya padeció las consecuencias de andar en auto por esa calle.
Pero los problemas no terminan en el estado de la Santiago del Estero. La José Hernández, que la corta transversalmente y comunica a esa zona con el centro de Garín, está igual o peor. Los colectivos de la 228, que ahora circulan por 2 de Abril, así como los camiones que van al famoso chatarrero y a las empresas aledañas, son los responsables del calamitoso estado de la arteria, según los vecinos.
Como si fuera poco, además de los asfaltos rotos y las montañas de tierras y piedras a los costados de la calle, la zona padece una notable falta de iluminación. “Vos pasas por acá a cualquier hora y corrés el riesgo de que te roben. Son pocos los que vienen zafando”, afirmó Daniel (37), un remisero de la ciudad que conoce el lugar.
“Es que los delincuentes muchas veces se esconden tras los montones y de golpe te salen y ya no tenés escapatoria”, explicó. Además, las características de la zona hacen muy fácil la escapatoria de los delincuentes, por la proximidad a la autopista.
Así las cosas, la segunda entrada a Garín se convirtió, a causa de la evidente desidia municipal y empresarial, en un desastre total. Circular por allí es hoy una misión casi imposible.
Por Damián Fernández
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