Como ocurre cada año en el primer sábado de octubre, la avenida Tapia de Cruz volvió a ser escenario de un espléndido desfile de carrozas florales, que miles de personas presenciaron desde las veredas. El espectáculo contó con otros varios atractivos, aunque también se desarrolló en un marco de inusitada desprolijidad y con sorpresivas ausencias en el palco de autoridades.
Eran las 19.30 cuando el paso de las Patrullas de Prevención Comunitaria marcó la apertura del tradicional y pintoresco evento escobarense. Los primeros aplausos fueron para la Brigada Blanca de la Policía Federal, que capturó la atención del público con acrobacias en moto y cuatriciclo. Después llegó el turno de los autos clásicos y antiguos, las motos choperas y la murga de Del Viso “Los Bohemios”.
Las primeras carrozas en salir a la avenida fueron las oficiales de la Fiesta de la Flor -fuera de concurso por razones obvias-, con la flamante Reina Infantil del Capullo y la Reina de la Flor electa en 2011. Del mismo segmento participaron decenas de reinas nacionales y provinciales de distintos puntos del país transportadas en camionetas de alta gama y las chicas del grupo coreográfico Escoltas de San Bernardo.
Tras toda esa antesala, que duró poco menos de una hora, llegó el esperado momento de las carrozas. Fueron diez y a bordo de ellas viajaron las aspirantes a Reina, saludando y arrojando flores al público. Los aplausos más fuertes fueron para el búho que presentó la Asociación Japonesa de Escobar y los hipocampos de Temaikèn. También se destacó la participación del Club Atlético Boca del Tigre, con una torta de flores alusiva a su 85º aniversario, y del Instituto de Floricultura y Jardinería, con un par de manos conteniendo al planeta como símbolo de trabajo sustentable.
La nómina de participantes se completó con la Municipalidad de Escobar, la Asociación Boliviana. la Asociación Folklórica Isleña, El Diario de Escobar, la filial Garín de Racing y la empresa Alparamis. Con más o menos complejidad en su armado, todas mostraron creaciones e ideas originales dignas de elogio.
El cierre del espectáculo fue a las 21.15: apostada sobre la vereda de la cocatedral, la Banda de Música de la Prefectura tocó el feliz cumpleaños por el 53º aniversario del partido de Escobar, que se cumplirá este lunes, y luego se levantó para desfilar también frente al público, como broche de despedida de una noche fantástica, aunque con algunas sombras.
Ausencias en el palco
Resultó insoslayable y disparador de todo tipo de especulaciones la ausencia del intendente Sandro Guzmán en el palco de autoridades. “Me dijeron que tuvo un problema en la vista”, explicó a la prensa, tras el desfile, el presidente de la Fiesta de la Flor, Tetsuya Hirose.
Pero la del jefe comunal no fue la única inasistencia que sorprendió, aunque lógicamente que fue la más llamativa. Tampoco estuvieron el presidente del Concejo Deliberante, Elio Miranda; ni el secretario de Gobierno, Horacio Bozzano; ni el presidente del bloque de concejales del oficialismo, Juan Carlos Parlatto. Otro ausente fue el Jefe de Gabinete, Walter Blanco, pero su caso es distinto, ya que nunca concurrió a un desfile y son contadas sus participaciones en eventos públicos de este tipo.
Así, a los costados de Hirose se ubicaron el secretario de Proyección Institucional del Municipio, Germán Maldonado; y el concejal justicialista Daniel Tossio.
Desorden sin vallas
Otro aspecto curioso y negativo del desfile fue la falta de un vallado, aunque sea en la cuadra principal. Esta situación desembocó, lógicamente, en la que la gente bajara de las veredas a la calle para ver más de cerca el espectáculo. Por supuesto que de nada sirvieron los continuos pedidos del locutor para que el público despejara la avenida ni las indicaciones de los voluntarios para que los espectadores permanezcan ubicados apropiadamente. También fracasaron en la misión de mantener el orden los agentes de la Policía de Tránsito, quienes lo intentaron por todos los medios posibles: a pie, en motos y en patrulla, como si estuvieran interviniendo en una manifestación.
Según se supo, las vallas tenían que ser contratadas por el Municipio, pero no lo habría hecho. Y entonces todo transcurrió desprolijamente, para incomodidad de protagonistas y también de miembros del jurado y medios de comunicación que cubrían el evento.
Tampoco puede pasarse por alto que el desfile sufrió dos interrupciones, o “baches”, de casi media hora. Supuestamente a causa del paso del tren, aunque cuesta creer que ese imponderable no se haya contemplado previamente para evitar esos tiempos muertos. Además, mientras que los autos que desfilaron al principio estuvieron detenidos varios minutos frente al palco, sin ningún sentido, las carrozas florales terminaron pasando casi a las apuradas, sin dar tiempo a que se pudieran contemplar y disfrutar correctamente todo el trabajo y la creatividad puesto en ellas.
Aspectos a mejorar pero que apenas lograron eclipsar el gran evento que engalanó, una vez más, a la avenida Tapia de Cruz y a la capital nacional de la flor.