El marido de Noemí Condori expresó todo su dolor: “No entiendo por qué no se actuó antes de que pase esto”.
Tomasa Mamani escuchó un ruido, algo así como un golpe seco, y despertó. Eran las 4 y media de la madrugada, pero el sueño se le interrumpió repentinamente. “¿Ustedes cerraron la puerta?”, les preguntó a su hija, Noemí, y a su yerno, Mario, que también dormían pero no habían oído nada. Mario observó por una ventana que las rejas del portón de la casa habían sido forzadas, pero no había nadie. Igual, salió para ver qué pasaba afuera.
En la esquina de su casa -al 695 de la calle Colón, en Villa Saboya, Matheu- suele juntarse un grupo de pibes, entre menores y veinteañeros, que se quedan hasta cualquier hora, tomando alcohol, drogándose y molestando a los vecinos. “Salí para ver si estaban ahí, pero solo vi a dos personas caminando. Entonces me volví y mientras tanto agarré el celular para llamar al 911”, repasa Mario.
Uno de esos dos individuos, que unos segundos antes habían intentado entrar a su casa, advirtió sus movimientos y le preguntó: “¿Todo bien Mario?”. Le respondió, a regañadientes, que habían querido robarle. El otro, al verlo con el celular en la mano, insistió: “¿Qué vas a hacer? ¿Vas a llamar a la gorra?”. Y mientras le hablaba se iba acercando a la casa, escoltado a unos pasos por su cómplice.
Para esto, Noemí y su madre también habían salido del hogar. Estaban tras las rejas que dan a la calle y cuando él llegó trataron de reingresar a la vivienda, pero el viento les cerró la puerta a sus espaldas y las llaves quedaron del lado de adentro. Por ese descuido, o infortunio, sobrevino la tragedia.
Los dos tipos se arrimaron a sus víctimas apuntándolas con revólveres y desde una mínima distancia lanzaron varios disparos. Uno de ellos dio en el pecho de Noemí, otros dos en el hombro y el brazo izquierdo de Mario. Tras la agresión, huyeron corriendo. Un vecino llevó al matrimonio a la sala de primeros auxilios de Matheu y de ahí los trasladaron en ambulancia al hospital Erill. Pero Noemí no pudo resistir viva a ese disparo cobarde, certero y letal.
Mario asegura que no conocía a los delincuentes, a pesar de que uno lo llamó por su nombre. Cree que quizás quisieron entrar a su casa porque hace un tiempo evitó que le robaran a su hermana, también en plena madrugada. No sabe si son los mismos, pero supone que seguramente están relacionados a esa banda que se junta en la esquina, comandada por un pibe cuyo apodo “Poxi” exime de mayores comentarios.
Al salir de la reunión que mantuvo este viernes 13 en el Palacio Municipal con el intendente interino Elio Miranda, Mario Quispe expresó ante algunos micrófonos de la prensa su impotencia, su angustia y su dolor por el asesinato de su esposa, Noemí Condori.
¿Crees que hubo complicidad policial en este hecho, como están planteando en la manifestación?
No sé si hubo complicidad… Lo que sí, cuando nosotros llamamos al 911 aparecen a la hora o ni aparecen. O no hay suficientes policías, o no hay móviles, o no valemos nada. ¿Qué podemos pensar? No sé, no entiendo. Esto no tendría que haber pasado… Hace rato que a las 3 de la mañana pasa gente que no es del barrio y yo tengo que estar despierto. Una vuelta los cacé queriendo entrar a la casa de mi hermana, y yo entiendo que por eso debe venir la bronca hacia mí. Encima, en mi calle no hay iluminación. Pasó esto y recién ahora fueron a poner iluminación. Tuve que sacar árboles de lugares donde ellos se escondían. ¿Pero por qué tuve que hacerlo yo y no la Municipalidad? No entiendo por qué no se actuó antes de que pasen las cosas. Por qué tienen que pasar estas cosas. Ahora dejan a mis hijos sin madre, a mí me dejan prácticamente invalido de un brazo. Yo trabajo, soy albañil y ahora no puedo hacer nada, no sé cómo voy a seguir.
¿Cómo estás de tus heridas?
Todavía tengo las balas en los dedos y en el hombro. Tengo que hacerme controles. Estoy tomando medicamentos porque tengo mucho dolor.
¿Y tus hijos, cómo están sobrellevando este momento?
Mis hijos están en las nubes, están mal. Mis sobrinitos los distraen un poco, jugando, pero eran muy apegados a la madre.
¿Cómo era Noemí?
Era muy trabajadora. Todos los vecinos pueden dar fe. Ella agarraba la bicicleta, llevaba los chicos, iba a trabajar, hacía todo, se encargaba de todo. Se hacía tiempo para todo.
¿Te da fuerzas ver a tanta gente al lado tuyo, solidarizándose?
El apoyo que tengo de toda la gente me sirve para seguir y para pedir justicia. Si estuviera solo, no sé qué haría. Esto se tiene que aclarar, tienen que agarrar a esa gente, no pueden estar sueltos. No aprecian la vida, pueden matar a cualquiera.
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