Con sus presentaciones en distintos escenarios de la provincia y el interior del país, el ballet Viene Clareando se convirtió en un más que digno embajador cultural del distrito. Su vitrina está llena de premios y entre sus 110 bailarines cuenta con un campeón nacional de malambo, el joven Mauro Dellac. Sin embargo, el Municipio, en vez de apoyar y sostener su crecimiento, decidió darle la espalda al prohibirle seguir usando la Casa de la Cultura para sus ensayos, como lo hacía desde su fundación, hace doce años.
La medida fue tomada por el director de Cultura interino, Gustavo Issetta, curiosamente antes de asumir formalmente en ese cargo. “Fue en la segunda quincena de octubre, todavía no había asumido y ya estaba tomando este tipo de decisiones”, contó a El Día de Escobar el director del ballet, Mario Salvatierra.
Para él, las razones de Issetta son estrictamente personales. “Tiene un encono conmigo y lamentablemente lo paga todo el grupo, porque atrás mío hay un montón de gente”, aseveró. “Me dijo que le molestaba que salgamos a hacer actuaciones fuera del distrito y que los sábados en Cultura estaban faltando cosas. En una palabra, nos trató de chorros”.
A cambio, Issetta le ofreció que ensayaran en el salón del Centro de Monitoreo. Pero en un horario más acotado. Ya no de 12 a 22 sino a partir de las 18; es decir, seis horas menos. “El lugar, dentro de todo, es apto, pero no se puede usar más temprano y tendríamos que dejar afuera mínimamente a dos grupos. No es la solución. Además, el salón también lo usan los monitoristas y el personal de las patrullas para descansar”, evaluó Salvatierra.
Por lo pronto, el ballet consiguió que una escuela y el cuartel de bomberos de Maquinista Savio le prestaran sus instalaciones para los ensayos de los tres últimos sábados, aunque esta situación -claro está- dista de ser ideal. “Ahora estamos pidiendo asilo, dando lástima”, afirmó el director de Viene Clareando, quien además puso en duda la participación de su ballet en las finales de los Bonaerenses. “Es muy difícil así, sentimos que nos desprecian y maltratan”, apuntó.
Pero ni Salvatierra ni los bailarines y sus familias bajan los brazos ante esta adversidad. Y confían en tener la posibilidad de que el intendente Sandro Guzmán interceda para resolver el conflicto. “Estoy convencido de que no está enterado de todo esto. Siempre nos sentimos muy bien recibidos y valorados por Sandro. Quisiéramos hablar con él para explicarle lo que está pasando, aunque sabemos que hay mucha gente con problemas más importantes y entonces lo nuestro pasa a segundo plano”.