Dos pilotos de Escobar se coronaron campeones en la categoría ALMA

Tras once carreras, se terminó este fin de semana el calendario para la categoría ALMA. La última fecha de esta temporada fue en el autódromo “Roberto Mouras” de La Plata, donde una vez más un piloto escobarense terminó subido a lo más alto del podio.

A bordo del Fiat 600 y con el número 11, Damián Marziano festejó su 1º puesto en Promocional. Segundo había terminado el matheuense Sergio Tusa, pero luego fue descalificado por cuestiones técnicas y su lugar lo ocupó Christian Farías; tercero fue Juan Vázquez. En esta categoría, el campeón 2011 es el escobarense Diego Cordani, quien esta vez abandonó en la primera vuelta.

Cordani ya se había consagrado en la fecha anterior y sumó un total de 194 puntos, contra los 172 del subcampeón Vázquez.

En TC 1100 la historia es muy parecida. Gastón D’Angelo también se coronó en la penúltima carrera en Dolores (por segunda vez en su trayectoria; antes fue en 2009), llegando a los 198 puntos, contra los 167 del maschwitzense Diego Fangio.

Curiosamente a D’Angelo lo descalificaron de la prueba del domingo por un toque con el propio Fangio, que a su vez terminó en el puesto 19º en La Plata. El ganador de la final fue Facundo Decoud, segundo Gabriel Roldán y tercero Leonardo Ferrari.

En la Clase 2 salió primero Emiliano Caratozzolo y detrás quedó el escobarense Leandro Gutiérrez, de muy buena carrera. El campeón de esta clase fue Nicolás Posco, que le sacó solo tres unidades de ventaja a Caratozzolo. Mientras que en Clase 3 ganó Daniel Salvi y también es el campeón de esta especialidad, superando en la tabla final a Daniel Vidal por siete puntos. En esta clase no corren pilotos del partido de Escobar.

De este modo, ALMA 2011 llegó a su epílogo con un saldo excelente para los corredores locales, con una decena de victorias y dos títulos a cuestas. El 7 de diciembre se hará en el Centro Lusitano de esta ciudad la cena de fin de año, donde se premiará a los ganadores de la temporada en un ambiente 100% tuerca.

Por Javier Rubinstein