El emblemático restaurante y salón de eventos fue comprado por empresarios asiáticos dedicados al comercio de alimentos y bebidas. En el Municipio afirman que no recibieron ningún pedido de habilitación.
Después de 35 años de una destacada presencia en el corazón de la ciudad, el restaurante y salón de eventos Die Engel cerró sus puertas para siempre y su futuro es incierto. Los nuevos dueños del imponente inmueble de la calle Asborno 622, ubicado frente a la plaza principal, son dos hermanos de origen chino dedicados al supermercadismo, aunque no se sabe si lo compraron con la intención de seguir desarrollando esa actividad o para probar suerte en otro rubro.
Construido en 1981 por un empresario de origen belga que vivía en el barrio El Cazador, Die Engel (El Angel, en alemán) nació como hostería, restaurante y casa de té. El estilo arquitectónico germánico de su fachada le dio un inigualable toque de distinción al flamante emprendimiento, al mismo tiempo que su edificio de cuatro plantas se convirtió en una referencia clásica y pintoresca de la ciudad.
En 2001 el establecimiento pasó a manos del empresario local Daniel Santeusanio, quien se encargó de reconvertirlo y potenciarlo con reformas edilicias, la incorporación de más servicios y una fuerte apuesta al alquiler de sus salones para eventos sociales, institucionales y empresariales.
Con altos y bajos, pero sobre todo con momentos de mucho brillo, Die Engel se sostuvo a lo largo de tres décadas y media. Sin embargo, en el último tiempo las cosas empezaron a complicarse para Santeusanio, por motivos personales: en un año perdió nada menos que a su padre, a su madre y a su esposa. Esa seguidilla de adversidades y la aparición de una oferta económica apetecible hicieron que la decisión de vender costara menos de lo imaginado.
Los nuevos propietarios tomarían posesión del lugar en marzo. Son los hermanos Kam -Lam Heung Kam sería su titular-, quienes vienen haciendo fuertes inversiones en la ciudad, siempre en el mismo rubro: compraron los supermercados El Caracol, Eco y el ex San Cayetano, entre otros. Es por eso que se especula con que el mítico inmueble podría transformarse en un nuevo «súper chino». De hecho, en las redes sociales ya empezaron a circular consignas en contra de esa posibilidad.
Por ahora, en ese sentido, todavía no habría nada definido. Al menos, desde la Dirección General de Habilitaciones del Municipio afirmaron a El Día de Escobar que «no llegó ningún pedido de habilitación por ese predio». Otras fuentes consultadas no descartaron que los inversores asiáticos puedan tener interés en explorar otros horizontes, como la gastronomía, con una casa de comidas típicas, o la construcción de un edificio de departamentos.
En cualquier caso, el destino del emblemático inmueble -ya sea la conservación, modificación o demolición- estará atado a las apetencias de sus nuevos dueños, a quienes muy poco podrá importarles lo que represente esa histórica fachada para los escobarenses, y al criterio de las autoridades municipales a la hora de autorizar o denegar la factibilidad para la actividad que los asiáticos se propongan realizar.
Lo único cierto, hasta ahora, es que Die Engel ya es parte del pasado.