Adiós a una gran mujer: A los 92 años, falleció Elena Juárez de Cigliutti

Fue una de las primeras diputadas del país, por orden de Eva Perón, y una de las pioneras catequistas de Garín. Humilde, se consideraba “una del montón”.

lunes 05 febrero, 2024

Vecina Ilustre. La «Ñata», como le decía Evita, fue una de las personalidades más destacadas en la historia de Garín.

Fue una de las primeras diputadas del país, por orden de Eva Perón, y una de las pioneras catequistas de Garín, entre otras cosas. “Soy una mujer del montón”, decía, con humildad.

La ciudad de Garín le dijo adiós a una de las mujeres más importantes de su historia: Elena Juárez de Cigliutti, quien a los 92 años y tras luchar contra una severa enfermedad oncológica falleció este miércoles a la tarde de un paro cardiorrespiratorio en su propia habitación.

“La cuidábamos como si fuera un cristal, porque desde hace dos años que estaba postrada en una cama. Y desde hace tres meses sabíamos que era inminente su muerte. Ahora ya dejó de sufrir. Ella era una persona muy creyente y seguro que ya está sentada al lado del Señor”, expresó, todavía conmocionado, su único hijo, Edgardo Cigliutti, a El Día de Escobar.

La vida de Elena Juárez es lo más parecido a un cuento de hadas. Nacida en Salta y de cuna muy humilde, a los 10 años vivía con su familia en un conventillo de Palermo y, dada la necesidad, ya trabajaba a destajo. Pero su suerte empezaría a cambiar de joven, cuando se casó con un militar que la trajo a vivir a una quinta de Garín: el suboficial Osvaldo Cigliutti –quien dio nombre a la calle homónima-.

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En 1949, con tan solo 24 años y por mediación de su esposo, quien por entonces cumplía funciones en la secretaría privada del presidente Juan Domingo Perón, fue elegida para coordinar y organizar el trabajo de las llamadas “censistas” como subdelegada en el partido de Pilar. El objetivo era afiliar mujeres al flamante Partido Peronista Femenino. Lo hizo tan bien que la propia María Eva Duarte, ya en su letargo, la nombró personalmente como candidata a diputada provincial para los comicios generales de 1951, donde se estrenó el voto femenino obligatorio y Perón fue reelecto.

“No sé si por mi manera de ser o qué, le caí bien. En todas las reuniones quería que me sentara al lado de ella. ‘Y vos, “Ñata”, ¿no querés nada?’, me decía. Yo siempre le contestaba que no. Tenía prohibido por mi marido pedirle o aceptar algo, cosa que hacían todos porque ella daba sin problemas”, recordaba Elena en una entrevista con la revista DIA 32 en diciembre de 2015, poco después de cumplir 90 años. Y se lamentaba no haberle respondido alguna vez a Evita: “Una foto con usted”.

Durante su estadía en la Legislatura (1952/55) gestionó grandes obras para Garín: el boulevard Presidente Perón, la Escuela Nº5 y el “camino de entrada” a la localidad, hoy avenida Belgrano. En 1955 la Revolución Libertadora que derrocó a Perón la envió presa al penal de Olmos.

Histórico. Elena Juárez de Cigliutti estrechando las manos del entonces presidente de la Nación, Juan Domingo Perón.

Tiempo después retomaría la función pública: fue consejera escolar en el primer gobierno municipal de Escobar (1960/62) y en 1973 integró la Secretaría de Acción Social durante la Intendencia de Alejandro del Carmen Burgueño.

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Como si fuera poco, su profunda religiosidad la llevo a concurrir durante 71 años ininterrumpidos a la parroquia Santa Teresa de Jesús, donde fue una de las primeras catequistas, recibió al célebre padre Perna, pionero sacerdote de Garín, y, además, leyó las intenciones de las misas hasta 2016, momento en que comenzó a padecer el cáncer de mama que finalmente acabaría con su vida.

“Siempre digo que debo haber estado tocada por la mano de Dios, porque yo era una muchachita humilde, sencilla y a lo que he llegado, ¿no? Es como una película mi vida”, reflexionaba Elena, quien con total humildad se autodefinía como “una mujer más, del montón”. Aunque su currículum, claro, lo desmiente.

Tras ofrecerse una misa de cuerpo presente en susodicha iglesia, los restos de Elena Juárez de Cigliutti ya reposan en la bóveda que la tradicional familia posee en el cementerio municipal de Garín, localidad en la que inscribió sus páginas más doradas.

Por Damián Fernández