La emergencia sanitaria generó un impacto durísimo en la actividad minorista. La gran mayoría de los negocios ya reabrió y atiende con protocolos. Pero más de 100 cerraron sus puertas para siempre y hay carteles de alquiler por todas partes.
Nadie, absolutamente nadie, se hubiera imaginado que en agosto de 2020 iba a presenciar algo así. Gente con barbijos, comercios atendiendo a distancia y tomando extremas medidas de precaución, como usar pistolas que miden la fiebre. Lo que podría ser una escena de una película catastrófica de Hollywood es el paisaje que se ve a diario por las calles céntricas de Belén de Escobar y de todo el país desde que llegó el coronavirus.
Con diferentes modificaciones, el aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuesto por el gobierno nacional desde mediados de marzo continúa vigente. En ese contexto, los negocios tuvieron que adaptarse y, en muchos casos, reconvertirse para tratar de salir a flote en una etapa de mucha incertidumbre.
Al recorrer las calles se puede apreciar un panorama totalmente anormal: la gran mayoría de los comercios con las persianas bajas, muchos cerrados definitivamente y algunos implementando nuevas modalidades de ventas a distancia. No obstante, la circulación de gente es constante.
En un presente de pura incertidumbre, los comercios gastronómicos, los locales de ropa, los kioscos y las librerías -por mencionar algunos rubros- tuvieron que dar un giro de 180 grados para atravesar estos meses de pandemia.
La gran mayoría implementó el contacto por WhatsApp, a través de internet, con la app lanzada por el Municipio o con una estricta distancia con los clientes y medidas de bioseguridad en los locales. Por eso es común ver mesas, espejos protectores y todo tipo de artefactos bloqueando sus entradas. Algunos, incluso, han implementado timbres para salir a atender a quienes se acerquen a comprar algo.
Por otro lado, muchos comercios en estos meses se reconvirtieron a otros rubros para poder subsistir. Así es como hay bares que ahora se transformaron en deliveries de comida rápida; también hay otros negocios que ahora venden verduras y frutas, como el caso de drugstore Del Polaco (ver nota acá).
Desde que inició la cuarentena, el horario de atención comercial se redujo de 8 a 18. Algo atípico para muchos de estos rubros, que solían trabajar hasta altas horas de la noche. Por eso, no deja de ser llamativo como, aún con la luz del día, los locales bajan las persianas como un efecto dominó y culminan su jornada laboral con una puntualidad digna de un reloj suizo. “En parte está bueno, porque tenemos más tiempo para descansar”, le confesó un comerciante a El Día de Escobar.
Sin embargo, los casi cinco meses de aislamiento social tienen sus consecuencias. La caída del consumo y el derrumbe de la economía son algunos de los coletazos que produjo el Covid-19. En el centro de Escobar, decenas de comercios cerraron sus puertas y más de 30 locales tienen el cartel de alquiler: hay 14 sobre la avenida 25 de Mayo, 7 en la esquina de Tapia de Cruz y Rivadavia y 5 sobre la calle Asborno, por dar algunos ejemplos.
A fines de junio, el intendente Ariel Sujarchuk dijo que «120 negocios pidieron la baja en la Municipalidad. Son comerciantes que no van a volver a abrir». Desde entonces, ese número no paró de crecer.
Mientras tanto, los comerciantes locales tratan de subsistir y surfear una nueva crisis. Con poder seguir de pie después de que pase el coronavirus, muchos de ellos ya van a estar hechos.
Por Alejo Porjolovsky
Poscuarentena: Los comercios locales tratan de subsistir a la pandemia.
La emergencia sanitaria generó un impacto durísimo en la actividad minorista. La gran mayoría ya reabrió y atiende con protocolos. Pero más de 100 cerraron sus puertas para siempre. https://t.co/kBQU7ABXOH pic.twitter.com/OkDhY7yO32
— El Día de Escobar (@eldiadeescobar) August 14, 2020