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Durante el primer período de la cuarentena, donde el confinamiento alcanzó su mayor nivel, una de las imágenes más sorprendentes y recordadas fue la presencia de animales silvestres paseándose lo más campantes en calles desoladas por las que antes jamás habían pasado. Parecía que la naturaleza recuperaría parte del terreno perdido, pero fue solo algo circunstancial de esos días.
Un absoluto y lamentable contrapunto de aquello es lo que ocurre a la vera de la ruta provincial 25, en el camino al Paraná de las Palmas, a cien metros del puente Gobernador Mercante, en Belén de Escobar. Entre ese entorno de vegetación abundante y variada, con la fauna característica del Delta, a alguien le pareció que sería una buena idea arrojar grandes cantidades de residuos en un curso de agua.
Decenas de latas de cerveza, envases plásticos de bebidas gaseosas y de agua mineral, botellas de vidrio de sidra y de vino desparramados entre los camalotes y los juncos taponan un tramo del zanjón, que se comunica directamente con el río Luján. Cualquier crecida o lluvia abundante terminará arrastrando toda esa basura a su curso, si no son retirados a tiempo.
