Los nuevos dueños del establecimiento los habían arrojado a un volquete. Pero un vecino los salvó y contactó al escultor Eduardo Noé, que los reacondicionó asombrosamente. Ahora, estas obras de arte pertenecen a la comunidad.
Todo comenzó cuando Juan Manuel Domenech pasó caminando por el otrora salón de eventos y restaurant Die Engel. Sus nuevos dueños estaban tirando todo lo que había dentro en un contenedor, incluidos los emblemáticos ángeles que adornaban su fachada a lo largo del tiempo. Al verlo, no salió de su sorpresa, pero tuvo la reacción más acertada.
Con el consentimiento de los propietarios, este vecino escobarense se llevó las dos estatuas que estaban tiradas en el volquete. El artista local Eduardo Noé las reacondicionó y actualmente ya forman parte del museo municipal Agustín Campiglia.
Todo esto transcurrió durante los últimos días. Aquel establecimiento, inaugurado a inicios de la década del 80 por el belga José D’Aghelinckx, hace más de dos años que permanece cerrado. Hoy, aparentemente, su destino no sería un supermercado chino -versión desmentida en El Día de Escobar- sino una iglesia evangélica. Sin embargo, la historia de Die Engel no desaparece con su cierre.
Los dos ángeles fueron restaurados completamente por Noé, que les reparó sus dañadas alas y los pintó con un tono similar al color del oro.
Así, Domenech y Noé acercaron este domingo las esculturas al museo de la calle Mitre, donde fueron recibidas por su director, Gustavo Issetta, y serán exhibidas como parte del acervo arquitectónico de la ciudad.
“Los ángeles de Die Engel son testigos privilegiados de los últimos cuarenta años del pueblo. Han visto todo lo que te puedas imaginar y jamás han dicho palabra. Fueron la postal icónica de Escobar, el foco ritual de cada turista. Son patrimonio de todos, y desde ahora están donde deben estar”, expresó Noé en su página de Facebook.