Hace poco más de un mes, un grupo de dirigentes de distintos partidos políticos presentaron, en conferencia de prensa, un espacio en construcción que pretende ser una alternativa de unidad en busca de coincidencias programáticas.
En el transcurso de la conferencia de prensa fue mencionado mi nombre como parte de este original encuentro político. Por cuestiones laborales no pude estar en la conferencia de prensa, por ello creo necesario expresarme al respecto.
Cuando Miguel Jobe me contactó para invitarme a participar, la invitación me causó sorpresa, y, por qué no decirlo, cierto ego. Era el único que no representaba a una agrupación política.
Tal vez el pensamiento con el que llegué a la primera reunión se reconozca en mi temprana definición, cuando expresé que de ninguna manera podría haber de mi parte una coincidencia electoral con ese espacio en formación, fundamentalmente porque no tenía ninguna pretensión electoral personal y que si algún trabajo podía hacer al respecto sería en apoyo al gobierno nacional, porque aún con muchos reparos considero acertado el rumbo político y la enunciación del proyecto nacional y popular.
Hasta aquí, la cuestión parece un poco desatinada. Repasemos brevemente. Un grupo de partidos políticos de oposición a nivel nacional y local deciden, en el distrito, juntarse para conformar un espacio, en principio de discusión política, pero con la expectativa de alcanzar algún acuerdo electoral. Invitan a un inorgánico sin representación ni estructura y éste, en la primera reunión, descarta cualquier acuerdo electoral.
No solamente no terminó ahí el encuentro, sino que después de varias reuniones hemos llegado a un par de coincidencias fundamentales, sea quien sea el que se imponga en las elecciones.
Política y elecciones, pluralidad y hegemonía
A partir de aquí empieza el intento de expresar el porqué de la necesidad de estos espacios, que más allá de lo electoral representen foros de debate político y social para el crecimiento de la militancia del distrito.
Una de las taras de la democracia argentina es la bifurcación profunda en los caminos de la política y los procesos electorales.
Irremediablemente, la política va por un lado y las urgencias electorales por otro. El objetivo de la política ha de ser siempre el de estirar los márgenes, correr las fronteras para incorporar nuevos actores. La política propone poner en duda todo lo que debe afrontar, no dar nada por sentado, ni por definitivo. El objetivo es transformar la sociedad, toda la sociedad.
El objetivo de las construcciones electorales es acceder al poder, y el poder necesita de precisiones y certezas, no se permite la duda.
Intentos como los planteados en la conferencia de prensa citada pueden remitir a lo que en su momento se llamó transversalidad. Sin embargo, ha quedado claro que la única transversalidad útil a la democracia es la de las ideas.
Cuando se transita solamente el camino de los nombres se agravia el sentido de la democracia. Intendentes tránsfugas que burlan los mandatos de las urnas, o vicepresidentes no positivos que terminan siendo opositores de su propio gobierno, burlando el espíritu de la Constitución.
Ambas cuestiones están muy lejos de ser experiencias que busquen la pluralidad, o la diversidad política; por el contrario, profundizan la hegemonía del poder.
Una sociedad plural no es aquella que tiene todas sus vertientes de ideas representadas en una lista electoral, o en dos, sino aquella en que cada identidad logra expresarse más allá del número de votos que consiga. Es decir, la pluralidad exige mucho más que construcciones electorales variopintas y la diversidad es el resultado del libre ejercicio de la política y no de acuerdos electorales oportunistas.
Mirando el distrito
Lo que antecede es el marco para expresar opinión sobre la realidad de Escobar y la importancia que se le pueda asignar a la construcción política heterogénea en la que me he visto involucrado, merced a la generosidad de quienes representan a importantes fuerzas políticas nacionales en el distrito.
Escobar se encuentra hoy ante un escenario extraño, un intendente elegido mediante la boleta del pattismo que se pasa con todos sus concejales a las fuerzas del Partido Justicialista, terminando con casi 10 años de aislamiento del distrito, destruyendo en el mismo acto el equilibrio que los votantes habían establecido al momento de sufragar.
Pero, en realidad, el problema con Guzmán no es que haya sido pattista durante 12 años; el problema es que lo sigue siendo hoy y también lo son todos los que de alguna manera lo secundan en el ejercicio del poder.
Pattismo y terrorismo de Estado
Hay un enorme esfuerzo de los funcionarios conversos del Ejecutivo y del Legislativo para imponer la idea de que ser pattista significa andar en patota por las calles, pateando puertas, reventando casas, secuestrando personas, desapareciendo ciudadanos, torturando y asesinando.
Esta imagen, que en realidad muy poco tiene que ver con el pattismo como proyecto político, corresponde a una cuestión que supera ampliamente la realidad local, e incumbe a toda la sociedad argentina y se ventila en los históricos juicios que se están llevando a cabo impulsados por el gobierno nacional. Se llama Terrorismo de Estado.
La utilización de lo antedicho para identificar el proceso por el que pasó Escobar en los doce años que van de 1995 a 2007 es solo un intento de encubrir a un sector político tránsfuga, que ha mudado repetidamente de credo con el solo objeto de mantener el poder, acatando el consejo del ex gobernador de Santiago del Estero, Carlos Juárez, cuando dijo que, la primera obligación de un político que está en el poder es conservarlo.
El “Menem pattismo” en el poder
Mi ex compañero de bancada, Diego López, supo acuñar un neologismo que exactamente definen esa política, que aún hoy se ejerce en el distrito: “Menem pattismo”. El neoliberalismo en su estado más puro, que tiene un objetivo principal: Desaparecer al estado municipal de su función esencial; planificar el Escobar que vamos desarrollar como sociedad y ejercer el control de las relaciones de poder en la sociedad.
Pattismo, en Escobar, significa una forma de ejercer el poder que hundió al distrito en el atraso y la postergación. El futuro entregado a libro cerrado a la iniciativa privada. Significa una política de aislamiento, como la que delineó Guzmán cuando era segundo de Patti y trasuntaba el encono con la Provincia, con la Nación, con los municipios vecinos y con todos aquellos que no estuvieran dispuestos a poner el distrito a disposición de la candidatura a gobernador del ex comisario.
Hoy el escenario está exactamente opuesto por el vértice. La propuesta es responder obsecuentemente a lineamientos políticos del poder provincial y nacional, sin detenerse un instante a pergeñar un proyecto propio. Ejemplos: aceptar sin reparos la destrucción del humedal, o la instalación de un puerto que nadie sabe bien de qué se trata.
Se cambió infantilismo rebelde por obsecuencia inconducente, todo sigue siendo “Menem pattismo”. No se habla de la aberración social que significa que el 80 % de los escobarenses no tengan agua potable y cloacas, solo se refiere tangencialmente a una obra que la Nación construirá y nadie sabe cómo prestará el servicio al distrito. Mientras tanto, se desentienden del problema, al tiempo que vemos que en municipios vecinos como Tigre los cooperativistas construyen las obras de agua y cloacas.
Eso es “Menem Pattismo”, solo electoralismo, nada de política, nada de gestión, aunque nos llenen de carteles anaranjados.
Esta es la principal causa del atraso de Escobar, es un distrito sin política, donde todo se restringe a la campaña electoral. Y no solo es responsabilidad del oficialismo, también es de la oposición. Por eso resulta esperanzador este proyecto de juntarse a hablar de políticas antes que de listas de candidatos. Por eso urge ampliar la convocatoria e involucrar a todos los que se sientan con ganas de aportar a la discusión.
Recurrir a la política como la herramienta que permite construir espacios de convivencia, más allá de lo electoral y, en cierta medida, confrontar con la instancia depredadora de proyectos honestos, que sucumben en el averno del fraude y el transfugismo, es la tarea de quienes, aun viniendo de espacios absolutamente diferentes, pudimos ya tener dos coincidencias primarias, que a la luz de lo aquí planteado, resultan fundamentales.
A) Defender un Estado municipal presente y activo como planificador del desarrollo y como controlador de la actividad privada y…
B) Terminar con el péndulo nefasto que nos llevó del infantilismo rebelde a la obsecuencia inconducente. Encontrando una forma madura y amplia de relacionarnos con los gobiernos nacional y provincial, sean cuales fueran sus colores políticos. Construyendo lazos con los municipios vecinos, que nos permitan pararnos frente a la excesiva agresividad de la iniciativa privada. Proponiendo matrices de desarrollo comunes para los bloques regionales, que refuercen el poder de decisión del Estado municipal, al establecer estrategias comunes con los municipios vecinos.
Para estos esbozos iniciales, y para avanzar en las propuestas, es necesario hacerlo desde la política. Personalmente, no veo a este espacio ni como la transversalidad kirchnerista que busca hegemonizar el poder, ni como el grupo A de la oposición nacional, que entrega a los grandes grupos empresarios sus banderas históricas por una ayudita para hacerse del mismo poder que cuestionan.
Es todo muy temprano, a la vez esperanzador. ¿Alcanzará la sociedad escobarense a comprender las posibilidades de este heterogéneo encuentro político? Es parte del esfuerzo a realizar para no terminar siendo solo una lista más en el cuarto oscuro.
Por Jorge A. Derra
Concejal Frepaso 1999-2003