Siempre que una obra importante, y a veces no tanto, está en ejecución, se estila colocar un cartel de abundantes dimensiones para anunciarla e informar sus aspectos básicos. Por supuesto, nunca se omite en estos casos hacer un poco de propaganda para el gobernante de turno. Y no es raro que se aproveche esa oportunidad para promocionar también al intendente, aunque no sea él quien pague la obra. Lo que es raro, precisamente, es que se soslaye por completo especificar el origen de los fondos. Hasta es inimaginable que eso ocurra. Pero en Escobar sucede.
En la intersección de Colectora Este con la antigua ruta 9, un cartel enorme destaca: “Estamos construyendo un Escobar mejor”. Y lo que sobresale después del escudo y el isotipo actual de la Comuna es el nombre de Sandro Guzmán. Le siguen, por último y en un tamaño de letra muy menor, algunos datos de la obra de repavimentación de la actual avenida Roque Larghi, entre la calle Don Bosco y el Arroyo Escobar. Pero nada se dice acerca de que los 17 millones y medio de pesos para ello son aportados por el Ministerio de Planificación Federal que dirigeel arquitecto Julio De Vido, a través de la Dirección de Vialidad Nacional.
A simple vista, cualquiera que pase por el lugar podría suponer correctamente que esa obra la realiza la gestión de Guzmán con el dinero que los vecinos del distrito tributan en sus tasas. Sin embargo, la realidad es otra. Por ende, el cartel engaña. Y sin necesidad, ya que el Municipio bien puede adjudicarse las tratativas para que este viejo reclamo de los vecinos se concrete. Pero haber pagado para hacer y colocar ese cartel omitiendo de plano la fuente de los recursos es un acto incomprensible si se tiene en cuenta la alineación del gobierno local con la Casa Rosada.
Dejar en la terminal de Belén carteles anunciando viejos trabajos que nunca tuvieron la segunda ni la tercera etapa de mejoras anunciada, vaya y pase. Pero esto, ¿cómo se explica?