“Antes de las elecciones el Intendente vino y nos dijo que en un mes ponía el cartel de la obra. Pero estamos en agosto y si seguimos con vueltas vamos a llegar a fin de año. Y si pasa el año perdemos todo y hay que hacer los papeles de vuelta”. María Ester Buffa, que vive en el barrio Stone y lleva siete años batallando para la repavimentación de la ruta 9, sintetiza así el sentimiento de muchos vecinos.
Durante la conversación con El Día de Escobar, Buffa deja en claro que comprende los tiempos de la burocracia y también que ve a Sandro Guzmán interesado en dar una respuesta, pero las circunstancias la invitan a ser más crítica que optimista. “Hoy el estado de la ruta es deplorable, está tan mal como cuando hicimos el corte, en diciembre”, afirma. Aquella vez, Vialidad Nacional y una empresa contratada por el Municipio realizaron los últimos emparches de la antigua traza de ese camino, que nuevamente luce baches de todas las medidas y formas casi a cada metro.
En 2007, Vialidad Nacional dispuso una partida de siete millones de pesos para repavimentar, iluminar y colocar los desagües de los 3.600 metros que van desde el arroyo Escobar hasta la calle Don Bosco. Pero al año siguiente, cuando se hizo la licitación, ese dinero no alcanzaba ni para la mitad de lo que había que hacer.
Por eso en mayo de este año se convocó a una segunda licitación, con un presupuesto oficial de dieciséis millones. La oferta ganadora fue la de Maquivial, que pidió 17.595.451. La diferencia, que en principio iba a ser cubierta por el Municipio, finalmente será absorbida por el organismo nacional responsable de la ruta.
“Nuestro miedo es que si esto tarda mucho, después la empresa diga que la plata no le alcanza y la obra no se haga”, plantea Buffa con razones basadas en los mismos antecedentes de esta historia. Otros vecinos, con paciencia agotada, están empezando a hablar de organizar un piquete sobre la autopista, para que el caso tome mayor trascendencia y las autoridades aceleren los plazos.
Mientras tanto, andar por ese tramo de la ruta 9 sigue siendo un paseo por el túnel del tiempo hacia las ruinas que podría haber dejado un bombardeo. Pozos a cada paso, ninguna banquina, iluminación artificial casi nula, tampoco dársenas y solo algunos refugios para los pasajeros de los colectivos que se animan a pasar por ahí esquivando la tentación de tomar el atajo de la Colectora Este.
Cuatro barrios que están a los costados de la ruta son los damnificados más directos: San Luis, San Marcos, El Triángulo y Stone. Pero el problema, claramente, afecta a miles y miles de usuarios diarios de ese camino, una de las vergüenzas escobarenses de los últimos años.