Estafas y hackeos virtuales: Cada vez hay más víctimas escobarenses

Los ciberdelitos siguen en aumento. En las últimas semanas varias figuras públicas del ámbito local sufrieron robos de identidades a partir de las cuales engañaron a sus contactos con pedidos de dinero o falsas ventas de dólares.

Al acecho. Los delitos virtuales aumentaron exponencialmente a partir del aislamiento social por la pandemia.

Los ciberdelitos siguen en aumento. En las últimas semanas varias figuras públicas del ámbito local sufrieron robos de identidades a partir de las cuales engañaron a sus contactos con pedidos de dinero o falsas ventas de dólares.

-Hola! Soy “Fulano de Tal”, te quería avisar que cambié el número, el otro lo di de baja, ahora tengo este.

-Ok, ya lo agendo, ¡gracias!

-De paso, te pregunto, ¿no sabés de alguien que quiera comprar dólares, a buen precio?

De esta manera han comenzado cientos de charlas vía WhatsApp y muchas han terminado en estafas, envíos de dinero a cuentas de delincuentes virtuales y suplantaciones de identidad. Esta modalidad de delitos virtuales, llamada phishing, creció exponencialmente durante la cuarentena y no para de cobrarse víctimas.

Estos fraudes se hacen más creíbles porque los estafadores hasta ponen una foto de perfil del hackeado, haciéndole creer a sus contactos que efectivamente se trata de esa persona. Las copias son idénticas; los desprevenidos confían y caen.

Cada vez son más los escobarenses que son víctimas de estos delitos y que han vivido situaciones cuanto menos desagradables. Algunos, incluso, son figuras públicas. Como el ex atleta en silla de ruedas y entrenador paralímpico Carlos “Beto” Rodríguez, quien aún está pagando -literalmente- las consecuencias de haber caído en el truco de creer que un contacto suyo había cambiado el número de teléfono. Otro al que le hackearon su cuenta de WhatsApp es el concejal Marcos Tiburzi. Y la lista sigue.

Quiso ayudar y lo estafaron

Rodríguez accedió a contarle su caso a El Día de Escobar. “El año pasado, cuando vinimos de los Juegos Paralímpicos de Tokio, empezó a pasar que tres o cuatro entrenadores del ambiente nuestro dijeron que les habían hackeado el celular y que ellos no habían cambiado su número, que nadie haga caso a eso”.

“La verdad es que yo no les di bolilla y a fin de año, en teoría, me manda un mensaje el entrenador de judo paralímpico preguntándome si sabía de alguien que quisiera comprar dólares a $190, cuando el blue estaba $219. Le dije que había una atleta que necesitaba y le hice transferir a esta chica, que iba a comprar una silla en Estados Unidos”.

Hasta ahí todo parecía normal. Una vez hecha la transferencia de los pesos por parte de la atleta especial, que precisaba de la divisa norteamericana para su actividad, solo restaba la entrega de los dólares… Pero ahí empezó la pesadilla para el escobarense, que preside la Federación Argentina de Deportes sobre silla de ruedas.

En el CeNARD, donde trabaja, Rodríguez se cruzó con el entrenador de judo. “Le digo, ‘nos vemos a tal hora, llévame los dólares que me vendiste para la atleta’. Y él me dice: ‘¿Qué dólares? No me digas que te hicieron caer, si yo avisé que no hagan caso, que no había cambiado el número’. Yo agaché la cabeza, me quería morir. Me cagaron”.

Víctima. Carlos «Beto» Rodríguez quiso ayudar a una deportista y quedó endeudado de por vida.

Así, por querer hacer de intermediario y ayudar a una atleta, Rodríguez se vio envuelto en un engaño, con mucha plata en juego. La deportista transfirió sus pesos al CBU del supuesto entrenador (que en realidad era el estafador), a la espera de los dólares billetes que nunca llegaron. Hizo la denuncia en la comisaría de su provincia, fue a su banco, pero no tuvo respuestas.

Angustiado, “Beto” hasta llamó al ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, para explicarle la situación, pero no recibió soluciones y tuvo que hacerse cargo de la plata que le hizo perder a la damnificada.

“Tuve que sacar un préstamo hasta que me jubile para devolver el dinero. Lo tengo que pagar, ¿qué voy a hacer?”, confiesa, con bronca y resignación. También le hackearon su cuenta de Facebook (que después recuperó) y la de Instagram, que sigue en manos de los estafadores, buscando suplantar su identidad.

Últimamente le llegó a la mayoría de sus mil contactos que él había cambiado el número, cosa que no es cierta. De esta manera, los delincuentes virtuales buscan hacerle “el cuento del tío” a más personas y utilizan a figuras públicas para poder sacar más rédito de sus suculentas agendas.

“Por suerte muchos se dieron cuenta del engaño. El estafador se hacía pasar por mí de manera muy formal y yo no soy así. Hasta a periodistas nacionales le mandó mensajes. Consulté con un abogado y no se puede hacer nada. Todavía sigue mandando y el otro día cayó un señor, jubilado, ex compañero mío del CeNARD, que quiso comprar U$300, creyendo que me los compraba a mí y lo estafaron”, señala el nueve veces campeón de la maratón brasilera de San Silvestre.

Rodríguez hizo público lo que le sucedió y recalca el hecho de estar atentos para que nadie sea víctima de estos engaños. “Es un peligro. Lo que me preocupa es que ahora están metiéndose con mis contactos, y después van a seguir con los contactos de mis contactos, no para más. Te hackean todo, es gente que se mete en tus celulares, redes, cuentas… Primero lo hicieron con entrenadores, donde caí yo, y después me tocó a mí”, señala, enojado.

“Hay que alertar a la gente. Tengo contactos internacionales y en Brasil un amigo me dijo que allá a un 20% de la población le pasó, que les tomaron los celulares. No tenemos herramientas para defendernos, yo ya pasé las fiestas muy mal y no quiero que garren a gente con sus pocos ahorros y les pase lo mismo”, asegura. Es por eso que, pese a la vergüenza de haber sido estafado, aceptó dar su testimonio y contar lo que le pasó.

Hackeo y denuncia judicial

Algo similar le ocurrió a Marcos Tiburzi. A fines de marzo publicó en su página de Facebook que le habían hackeado el celular, que no podía usar el WhatsApp y pidió a sus contactos que no le depositen dinero a nadie, que no era él quien lo pedía. Varias personas escribieron en su muro que les había ocurrido lo mismo, alertándose entre todos para que nadie caiga.

El Día de Escobar se contactó con el concejal del Frente de Todos, quien prefirió no ahondar en detalles. “El tema está en la justicia y no quiero entorpecer las investigaciones que se están haciendo. Ya hice las denuncias tanto en Cibercrimen como en la Fiscalía de Escobar y expliqué cómo fue todo. Se está avanzando en la investigación”, expresó acerca de la causa en sí.

El robo de identidad que sufrió el vecino del barrio parque El Cazador fue similar al de Rodríguez, con piratas cibernéticos que se hacían pasar por su persona. “Detrás de esto hay una banda. Mandaban mensajes haciéndose pasar por mí y pidiendo dinero para hacer un depósito, algo que jamás hice. Así y todo, hubo contactos que les depositaron en buena fe. Además de estafa hay una causa por robo de identidad. Es algo sensible y se está investigando”, afirmó.

Hackeado. El concejal Tiburzi llevó su caso a la justicia. «Detrás de esto hay una banda», aseguró.

Una colega de Tiburzi, la concejal Carina Chmit, también atravesó una situación similar en los primeros días de 2022, que ella misma contó en su página de Facebook.

“Recibí un llamado de un supuesto señor del Ministerio (de Salud) preguntando que síntomas tuve después de la segunda dosis. Mientras hablaba me dijo que me mandaba un mensaje para que me anote para la tercera dosis; ahí me di cuenta que me estaba chupando WhatsApp porque me avisó el teléfono por un mensaje, que por suerte a través del reloj lo leí mientras hablaba. Además, ya tengo turno para la tercera dosis”.

“Le dije que era un delincuente y corté. Tuve que eliminar mi cuenta de WhatsApp, que después la volveré a instalar por las dudas”, contó la concejal de Juntos y vecina de Ingeniero Maschwitz, que también publicó el número del llamado que había recibido.

Una modalidad en auge

El titular de la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia en Argentina (UFECI), Horacio Azzolín, advirtió el año pasado sobre esta metodología en acenso. En los doce meses anteriores a la pandemia, los reportes sobre sustracción de datos personales alcanzaron un total de 244, mientras que en el período posterior ascendieron a 1079.

La forma de conseguir los contactos de la víctima puede variar, ya que utilizan distintas formas de acceso inicial. Una de ellas es el robo de cuentas de correo y de los contactos sincronizados a esas cuentas.

Una realidad que preocupa. Ante la falta de respuestas de quienes deben defender a la gente, queda estar más atentos que nunca, poner contraseñas seguras y siempre ratificar quién está del otro lado del teléfono.

Por Javier Rubinstein

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