SR. DIRECTOR:
Este sábado 5 de junio se conmemora, como en cada año, el Día Mundial del Medio Ambiente, así como en otras fechas fijadas anualmente se celebran, por ejemplo, el Día Mundial de los Humedales (2 de febrero), el Día del Agua (22 de marzo), el Día de la Tierra (22 de abril), el Día de la Biodiversidad (22 de mayo) y otras que a medida que se acerquen iremos recordando.
Son fehas que no sólo simbólica sino literalmente intentan -y deberían lograrlo- hacer reflexionar a la ciudadanía sobre los problemas ambientales que vienen aconteciendo cada vez con mayor frecuencia e intensidad. Y no solo por catastróficos desastres naturales sino por el accionar humano desaprensivo y acumulativo, desde doméstico hasta industrial.
Habitamos sobre un planeta convulsionado, jaqueado y exprimido al máximo, ya a nivveles insosteniblemente descontrolados, como resultado del impacto o huella de la actividad antropogénica inevitable, pero cada vez más inaceptable por medidas gubernamentales ineficaces, o incluso inexistentes, a inescrupulosas e inexcusables por estar asociadas y ser funcionales y cómplices a ambiciones empresariales insaciables y delictivoambientales.
Ambos, como corresponsables y coculpables de la contaminación perversa de cursos de agua y acuíferos, la modificación inapropiada e irreversible y no autorizada e impune de suelos valiosos y vulnerables, la explotación voraz, saqueante y destructiva de recursos mineros y pesqueros y la deforestación irrefrenable de bosques y selvas nativos ricamente biodiversos y etnoculturales, en nombre de la renta agrícola sojera glifosatera y forestal madereropastera.
Todo ello beneficiando a megaempresas trasnacionales y pools de siembra (commodities) amparados, avalados y hasta incentivados por gobiernos ávidos de recursos monetarios vía regalías irrisorias y retenciones solventantes de déficits fiscales, justificando por ello el agotamiento de los recursos naturales, el aniquilamiento de la biodiversidad infravalorada y el avasallamiento de la calidad de vida presente y la sostenibilidad futura.
La generación de basura domiciliaria a industrial no solo es irracional como consecuencia del consumismo desmedido de una sociedad rehén de adquisiciones obsesivo compulsivas e insalvable desde la responsabilidad que a cada uno de nosotros nos cabe; pero es fundamentalmente inmoral, vergonzante y hasta criminal desde la ausencia de implementación de políticas públicas gubernamentales nacionales, provinciales y municipales en cuanto a falta de gestión ambiental básica.
Basta ejemplificar mencionando la poda traumática y mutilante (no correctiva) del arbolado público en nombre del tendido eléctrico que viene ocurriendo en estos días o la ya crónica agresión vandálica del graffiteado de nuestros hogares y comercios para entender lo anunciado como el Estado ausente directo, por no ser supervisante, e indirecto, por no ser contravencionante.
En general, todo ello (y mucho más) corresponde a lo que constituye impactar negativamente con pasivos ambientales acumulativos a nuestro entorno urbano, en el cual vivimos y al cual compartimos; afectado por algunos pocos (inadaptados o inoperantes según el caso) en detrimento de muchos, restando solo contentarse con una mirada estupefacta e impotente por parte de todos nosotros.
En particular, por otra parte, algunos nos preguntamos, además: ¿Sabrán los iluminados privilegiados elegidos para decidir nuestros destinos lo que resultará del ordenamiento territorial y la planificación urbana por ellos desarrollada, nada menos que en la porción del medio ambiente en donde la mayoría no vivimos pero que solo por sentido común debería ser salvaguardado y protegido, a la vez que desarrollado con emprendimientos amigables del entorno natural y el poblador deltense, cuando en definitiva la ciudadanía interesada no fue convocada a participar e involucrarse en ello?
No sea cuestión que la zonificación resultante para urbanizaciones y para generación futura de plantas de bombeo en desarrollo y puertos de usos múltiples proyectados se lleven al poco medio ambiente disfrutable que nos queda.
Concluiríamos entonces (un poco irónicamente, por cierto), que hablamos de medio ambiente porque a la otra mitad ya la hemos destruido. Solo resta preguntarse qué piensan hacer con la mitad que nos queda, porque si nuestros decisores políticos y empresariales persisten en estas posturas, dentro de no mucho tiempo los 5 de junio deberemos hablar de la defensa y la conmemoración anual del “Cuarto de Ambiente”. ¿O será aún peor la denominación? ¿Día Mundial del “Nada de Ambiente”, tal vez?
Asociación Ambientalista del Partido de Escobar
Asociación Ambientalista Los Talares de Ingeniero Maschwitz
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